Señor
mío y Dios mío, bajo la mirada amorosa de nuestra
Madre, nos disponemos a acompañarte por el camino de dolor,
que fue precio de nuestro rescate. Queremos sufrir todo lo que Tú
sufriste, ofrecerte nuestro pobre corazón, contrito, porque
eres inocente y vas a morir por nosotros, que somos los únicos
culpables. Madre mía, Virgen dolorosa, ayúdame a revivir
aquellas horas amargas que tu Hijo quiso pasar en la tierra, para
que nosotros, hechos de un puñado de lodo, viviésemos
al fin in libertatem gloriae filiorum Dei, en la libertad
y gloria de los hijos de Dios.