Proteger al hijo antes de nacer
Fernando Pascual, L.C.
Autoridad y libertad en la educación de los hijos
Victoria Cardona

        Hay epidemias que ponen en peligro la vida de los embriones y fetos durante el embarazo. Por eso saltan las alarmas y se busca evitar el contagio de las madres.

        Es importante este tipo de emergencias, pero en algunas sociedades la búsqueda de protección de los hijos convive con leyes que permiten el aborto.

        En casos así estamos ante una extraña paradoja. Por un lado, avisos y actuaciones para que las madres no contraigan esa enfermedad que puede perjudicar a sus hijos no nacidos. Por otro, leyes que permiten
a esas mismas madres realizar el aborto.

        Si el hijo es un ser humano que merece ser protegido, si vale la pena evitar daños que pongan en peligro su vida, ¿por qué no dar un paso adelante para eliminar las leyes que aceptan el aborto?

        Una sociedad está herida en su corazón por una extraña contradicción cuando promueve ciertas garantías a favor de los embriones y fetos humanos al mismo tiempo que permite que sean destruidos en el seno materno.

        En cambio, si la sociedad reconoce en cada hijo, sano o enfermo, concebido en una situación “normal” o en circunstancias difíciles, a un miembro de la gran familia humana, será posible un esfuerzo sincero para terminar con el aborto “legal” y para ayudar a cualquier mujer que inicia un embarazo.

        Porque, no lo olvidemos, la peor epidemia infantil en muchos lugares del mundo, la que provoca más muertes al año, se llama aborto. Y esa epidemia puede ser combatida con tres palabras sencillas y valientes: justicia, solidaridad y amor.