Movilización general a favor de la vida
Fernando Pascual, L.C.
Autoridad y libertad en la educación de los hijos
Victoria Cardona

        La vida no existe en el aire. La vida es algo que pertenece a cada viviente. Trabajar por la vida, entonces, es ayudar a cada hombre, a cada mujer, que de algún modo ven amenazadas su salud o su misma existencia.

        Las amenazas contra la vida son numerosas. Violencia e injusticias provocan cada año millones de muertes. Enfermedades y accidentes de trabajo o de otro tipo provocan en miles de personas días o meses de sufrimiento e incluso la muerte. El aborto cercena cada día la existencia de miles de víctimas anónimas en una estadística interminable (y nunca del todo conocida).

        Frente a tantos peligros, el “pueblo de la vida”, como lo llamara el beato Juan Pablo II, se compromete seriamente para una movilización general a favor del débil, del anciano, del enfermo, del hambriento, del hijo antes de nacer.

        Es cierto que nuestras acciones pueden parecer insignificantes. Sin embargo, frente a los millones de dólares o de euros que disponen las industrias de la muerte (clínicas abortistas, fábricas de armas, empresas orientadas a la explotación de los pobres), es posible dar pequeños pasos, construir diques contra el mal, tender la mano a personas concretas que recibirán no sólo una ayuda sino, sobre todo, cariño y justicia.

        La invitación a una movilización general a favor de la vida, lanzada por Juan Pablo II en su encíclica “Evangelium vitae”, vale hoy como vale siempre. En todas las épocas ha habido peligros y amenazas. Pero quizá hoy, frente al poder de armas cada vez más sofisticadas, frente a la perversión de cientos de médicos que sirven a la muerte en vez de ayudar a la vida, hace falta unir fuerzas.

        Entonces será posible que hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes de distintas religiones o incluso buscadores que no han encontrado todavía a Dios, pondrán un dique a las fuerzas del mal. Con su compromiso, humilde pero decidido, ayudarán a quienes, pequeños, débiles o enfermos, esperan encontrar manos amigas con las que poder sobrevivir en un mundo en el que nadie sobra y en el que todos podemos colaborar en la búsqueda del bien, de la verdad y de la justicia.