Números redondos y población mundial

Fernando Pascual
Génesis: el origen del universo, de la vida y del hombre
Diego Martínez Caro

        Las estadísticas mundiales buscan dar a conocer cuántos hombres y mujeres vivimos en el planeta Tierra.

        Al llegar a números redondos, la prensa da la noticia. “Hemos llegado a los 5 mil millones de seres humanos... a los 6 mil millones... Ha nacido el niño número 7 mil millones...”

        Desde luego, se trata de noticias aproximadas, pues existen zonas de nuestro mundo en las que el censo no existe en absoluto. Además, cuando la noticia salta a los teletipos, ya han nacido varios bebés que alteran la redondez de una cifra llena de ceros.

        Si vamos más a fondo, el número de seres humanos no coincide nunca con el publicado por prensa o por investigadores más competentes. Un primer motivo surge desde el riesgo de que algunos gobiernos ofrezcan cifras engañosas o erróneas, por encima o por debajo de la población real de sus respectivos estados.

        Un segundo motivo de inexactitud radica en el hecho de que hay miles y miles de seres humanos que no han nacido, y que ya participan del don de la vida. Se trata de embriones y fetos que recorren los momentos iniciales de toda existencia humana: los que transcurren en el seno de sus respectivas madres.

        Hay un tercer motivo de imprecisión. En los últimos años, debido al uso de modernas técnicas de reproducción artificial, miles y miles de seres humanos están congelados en su fase inicial de existencia. Se trata de una situación paradójica, en la que esos diminutos hijos “sobreviven” en condiciones peligrosas e innaturales, a la espera de que sus padres los rescaten o, por desgracia, de que esos mismos padres o los laboratorios decidan destruirlos. No podemos dejar fuera del censo y de las crónicas a esos pequeños e indefensos seres humanos.

        Junto a los motivos de inexactitud, hay que tener en cuenta un aspecto importante cuando hablamos de la población mundial: detrás de los números hay situaciones muy diferentes. No podemos fijarnos simplemente en los dígitos y olvidar que muchas vidas humanas recogidas (o excluidas) en los censos carecen de comida suficiente, de agua, de medicinas, de derechos fundamentales.

        Millones de seres humanos mueren por motivos violentos, como en el aborto o en las guerras. Otros mueren por ese hambre que avergüenza al mundo y que es resultado de políticas nefastas de gobiernos o de opciones económicas que buscan sobre todo el beneficio con menoscabo de otros valores más fundamentales.

        El número de los seres humanos es incierto y abarca situaciones muy diferentes. Las cifras y estadísticas que se divulgan y celebran son, por lo tanto, sumamente vagas e incompletas. Más allá de la mirada sobre datos y sobre estadísticas, necesitamos abrir los ojos a tantas injusticias que afligen a millones de hombres y mujeres.

        Si aprendemos a interpretar con una mirada más profunda cada nueva estadística sobre cuántos somos (más o menos) en nuestro planeta, estaremos en condiciones de avanzar un poco hacia la justicia, la paz y el respeto de los derechos fundamentales de todos y de cada uno de los miles de millones de seres humanos que hoy compartimos un mismo aire y que caminamos hacia una misma meta eterna: el cielo.