Cuánto estás dispuesto a luchar por tus sueños

Vicky Cantú de Santos
Grandeza para cada día
Stephen R. Covey

 

 

La sospecha

        Marta Angel originaria de Medellín, Colombia es una mujer que inició su vida con muchos sueños, mucha ilusión y un gran deseo de vivir lo mejor posible la vida. Uno de sus mayores anhelos era ser madre y formar una familia. Esto, a diferencia de algunas de sus compañeras que soñaban con ser destacadas profesionistas.

        Marta conoció a Mauricio e inicio un noviazgo lleno de ilusiones por formar una familia. Llevaron un noviazgo sano, apegado a las reglas de la familia y de la Iglesia y, después de 3 años y medio de noviazgo, se casaron y tuvieron una hija. Parecía que finalmente sus sueños se convertían en realidad. La niña nació y llenó la casa de alegría.

        Sin embargo, a partir de su primer cumpleaños, la niña presentó infecciones repetitivas de toda índole: bronquitis, gripas, virus, etc. A los tres años y medio se lleno de llagas en la boca y tuvieron que internarla en un hospital. Sospechaban que se trataba de un caso de herpes, aunque no se explicaban porque funcionaba tan mal su sistema inmunológico. Con mucha facilidad contraía enfermedades y cada vez era más crítico su estado de salud.

        La abuela paterna viendo todos los síntomas sospechó que pudiera tratarse de un caso de Sida y manifestó su inquietud al médico de la niña. Esto sucedió cuando apenas se descubría la enfermedad y se publicaban los síntomas. En ese tiempo se pensaba que el Sida únicamente se presentaba en homosexuales y éstos eran totalmente rechazados. La suegra de Marta sabía que su hijo no era homosexual pero había tenido relaciones con otras mujeres antes de su noviazgo y matrimonio.

Confirmación

        Con el desconcierto de Marta, se autorizó y practicó la prueba “Elisa” que detecta la enfermedad del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, mejor conocido como SIDA. El resultado fue positivo. A partir de ese momento la niña tuvo que abandonar la cama del hospital para dejarla a un niño con mayores posibilidades de vida. La niña estaba en una etapa terminal.

        Angustiada, impotente y triste Marta llevó a la niña a su casa para tratar de darle lo mejor en sus últimos días de vida. El herpes que tenía en la boca había invadido la cara y desfigurado la boca, la nariz y un ojo. La niña sufría dolores tremendos. Los padres recurrieron a una clínica del dolor con engaños ya que los pacientes de Sida no eran bien recibidos. Finalmente cuando se encontraron frente al médico le confesaron la verdad y éste les enseñó a inyectar morfina para poder manejar el dolor. La niña enloqueció con la morfina y murió. Marta se encontró destrozada, física y moralmente.

La naturaleza no perdona

         Ella y su esposo supieron que eran portadores del Sida. Cuando su esposo era soltero tuvo algunas relaciones sexuales con muchachas que lo portaban y sin saberlo contagió y acabó con su familia. Mauricio no lo hizo a propósito. Él nunca pensó que con tener una que otra relación sexual adquiriría el Sida. Marta lo perdonó pero desgraciadamente un año y medio después de la muerte de la niña, Mauricio murió en una balacera.

        Marta sabe que su enfermedad acabará con su vida y con sus sueños porque no hay medicamento que la cure. Después de una crisis muy fuerte y gracias al apoyo de sus padres logró superar el rencor y el dolor que había en su vida. Ahora valora enormemente la vida y ayuda a las personas con este padecimiento. Además previene a los jóvenes para que no les ocurra lo mismo. Les pide que se mantengan castos, sin tener relaciones sexuales, hasta que encuentren una pareja única (solo una y no más), estable (que sea para toda la vida) y confiable con la cual compartir su vida.

        Marta se cuestiona y piensa que debió profundizar más en su noviazgo y preguntar a Mauricio, antes de casarse, sí había tenido relaciones sexuales. Quizá así su vida no estaría en peligro y sus sueños se hubieran hecho realidad. Pero ya es muy tarde. Por eso Marta Angel insiste diciendo: Dios te perdona, el hombre te perdona, pero la naturaleza nunca perdona. Sé fiel a tus sueños y si quieres formar una familia y tener una vida sana, no te arriesgues. Por un momento de placer puedes acabar con tu vida.