Ginecólogo objeta al diagnóstico prenatal para no ser cómplice del aborto
Esteban Rodríguez Martín, Salmantino de 40 años, este médico que ha vivido toda la vida en Andalucía y ejerce en Algeciras, se define como “comprometido con el derecho a vivir, la salud de la mujer, y la libertad del médico”.
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        En un intento de hacer respetar su derecho a la libertad de conciencia, se ha visto obligado ha acudir a los tribunales para que le eximan de cooperar en programas de cribado de malformaciones, que según él están, en parte, diseñados para posibilitar el aborto eugenésico, y que en el caso concreto del diagnóstico prenatal de cromosomopatías lleva al aborto en el 90% de los casos que se diagnostican. Algo en lo que no quiere ser cómplice.

¿El aborto eugenésico por el tercer supuesto, es una discriminación?

        Ciertamente supone la discriminación de toda una categoría de personas cuando están en su fase de vida intrauterina, que tienen en común el que se les haya detectado prenatalmente alguna tara o el riesgo de que pudieran llegar a desarrollarla.

¿Aumenta el aborto con la extensión del diagnóstico prenatal?

        Sí. De hecho, la demanda social de aborto eugenésico es generada por el diagnóstico prenatal ofrecido por los ginecólogos. Sin diagnóstico prenatal no puede existir solicitud de aborto acogiéndose al tercer supuesto. El embarazo objeto de diagnóstico prenatal suele ser un embarazo deseado, pero deja de serlo deseado ante un diagnóstico prenatal adverso.

¿Alguno de estos abortos no sale en las estadísticas?

        Los que se producen como consecuencia de las complicaciones de la pruebas invasivas no se computan en las estadísticas. Si en España se hicieran 100.000 amniocentesis al año (probablemente se hacen muchas más), morirían otros mil niños más víctimas del diagnóstico prenatal, con independencia de que estuvieran sanos o enfermos. Es decir, uno de cada cien. ¿Qué padres mandarían a su hijo a una excursión sabiendo que de 100 niños que van uno no volverá?

¿Hacen los médicos los diagnósticos por miedo o por indiferencia?

        Indudablemente el miedo a la denuncia pesa en los ginecólogos. Sentencias del tipo wrongfull- birth (nacimiento erróneo) contribuyen a ello. Esto se traduce en un hiperdiagnóstico; es decir, ante la duda se prefiere sospechar algo, aunque luego no se confirme, que asegurar la normalidad completa, y que después el niño nazca con alguna tara. Pero también existe un determinado grupo de profesionales que están convencidos de los beneficios de la eugenesia o que son abiertamente pro-abortistas. Menos se declaran abiertamente pro-vida. La mayoría nada en lo que se ha denominado la ideología pro-choice (pro elección), que deja a sus pequeños pacientes al arbitrio de la decisión de sus padres y no tendrían inconveniente en complacer una decisión feticida ni en seguir adelante con la gestación, equiparando éticamente ambas opciones. Este grupo al fin y al cabo lo que hace es cumplir la ley actual, cuya base ideológica es precisamente permitir esta elección que deja indefenso al niño. La madre es el único abogado del hijo.

¿Qué le mueve a objetar?

        Primero, el convecimiento de que el mal uso del diagnóstico prenatal, diseñado para permitir el aborto llegado el caso, no aporta ningún beneficio a la sociedad puesto que no constituye un verdadero progreso y atenta contra la vida del ser humano más débil e indefenso(el feto enfermo y por ello doblemente débil), contra la salud de la mujer y contra la deontología del médico. El aborto no cura; mata a un niño en desarrollo, hace enfermar a una madre a veces de por vida, y desnaturaliza al médico

¿Si se extendiera la objeción, no supondría negación de ayuda?

        Lo pernicioso no es el diagnóstico prenatal, sino que pueda ser utilizado para cometer un crimen despenalizado. En tanto no se modifique la ley, de manera que deje de convertir al ginecólogo, a través del diagnóstico prenatal, en cooperante necesario del aborto eugenésico, no se me ocurre otra forma que no sea la objeción de conciencia y de ciencia. Mi objeción se limita tres actividades muy concretas: Practicar pruebas invasivas que someten al niño a un riesgo de muerte innecesariamente; participar en cribados de riesgo de cromosomopatías porque su fin es permitir el aborto; y participar en programas de cribado ecográfico de malformaciones en la semana 20, igualmente para posibilitar el aborto llegado el caso. Fuera de estas tres actividades no planteo objeción alguna para el correcto seguimiento de un embarazo

¿Cuándo habría que hacer pruebas para curar y no para abortar?

        El diagnóstico prenatal podría hacerse en la semana 24 sin que supusiese un incremento de riesgo substancial para los pocos fetos que pudiesen beneficiarse de un tratamiento precoz. Ahora bien, el feticidio ya no sería legal. Esto no tiene nada que ver con programas que se extienden a toda la población antes de la semana 22, para posibilitar el aborto eugenesico, encaminados fundamentalmente al diagnóstico de enfermedades incurables como el síndrome de Down.