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Hugo Wast
Una campaña más eficaz y barata
Luis María Gonzalo Sanz
Catedrático de Anatomía
Universidad de Navarra
12 de mayo de 2007
La Gaceta de los Negocios (Madrid)
España y Libertad
Federico Jimenez Losantos

 

 

Medicina o ciencia ficción

        Es frecuente que en distintas publicaciones aparezcan titulares tan llamativos como éstos: Damasio y su grupo han descubierto el centro cerebral responsable de las decisiones morales; un grupo de investigadores israelíes ha puesto de manifiesto las áreas de la corteza cerebral donde se elabora la respuesta altruista en nuestra conducta; Persinger y colaboradores demuestran que es en el lóbulo temporal del cerebro donde se generan las experiencias religiosas y místicas.

        Dado que hay tantos neurocientíficos que se dedican a encontrar en el cerebro los diferentes aspectos de nuestra personalidad, ¿no se le ocurrirá a alguno investigar dónde se encuentra el centro cerebral de la política? Y más concretamente, ¿es posible, mediante la neuroimagen, descubrir las tendencias de los políticos? Sería un procedimiento más eficaz que intentar descubrirlas por lo que en la campaña electoral nos digan. Son capaces de prometernos, como decía Nikita Krushov, un puente aunque no haya río.

        Si cuando uno es movido a realizar una buena acción se activan unos determinados centros nerviosos, y cuando resolvemos un problema, otros distintos, es seguro que algo parecido debe ocurrir en el cerebro de los políticos. Cuando uno propone a sus potenciales votantes cosas que no piensa cumplir, se podrá ver cómo se activa el centro de la mentira. O si la oposición que piensa desarrollar, en su caso, es por el bien de la nación o para que en la próxima elección no cometan el error de votar a los que gobiernan. El resultado de las 30 ó 40 resonancias magnéticas funcionales a otros tantos políticos, o en su caso PET, se nos podrían comunicar a los votantes y el procedimiento resultaría, además de más seguro, más barato que lo que nos cuesta la campaña electoral.

Lo que dicen y lo que callan         Pienso que casi todos estamos convencidos de que, en los discursos electorales, nos hablan de lo que puede darles votos y se olvidan, o lo exponen de forma camuflada, lo que cae mal a los votantes. Una brújula que puede orientar a los votantes es la historia que todos los partidos tienen, para cotejar lo que ahora nos dicen y lo que realmente han hecho. Todos hablarán de derechos humanos, pero ya sabemos qué opinan del aborto y de la eutanasia. Todos hablarán de libertad de expresión, pero conocemos cómo han utilizado los medios de comunicación a su favor. Se hablará de la familia como pieza clave de la sociedad y todos sabemos lo que han hecho con respecto al divorcio exprés y al matrimonio entre homosexuales. Se hablará de terrorismo y de la necesidad de terminar con él, y es bien conocido lo que antes han dicho y hecho al respecto.
Lo que los nueve

        Pero la neuroimagen también nos podría dar una buena información sobre la personalidad de nuestros políticos. Nos permitiría agruparlos según la motivación de su vocación política: los que buscan el bien común —que desde Platón y Aristóteles todos admiten que es el verdadero fin del político—, y los que la toman como una profesión para ganarse la vida y, en ocasiones, ejercer el poder. Éstos son poco de fiar.

        También permitiría la neuroimagen conocer a los políticos camaleón, que cambian de color según el hábitat que les rodea. Basan su seguridad y su permanencia en la benevolencia de sus superiores, por lo que son capaces de olvidarse de sus propios ideales, si los tienen, y aceptar servilmente lo que se les que manda. Estos políticos de paja tampoco sirven.

        Otro buen servicio que podría prestar la neuroimagen es reconocer a los políticos para los que el bien supremo es el del partido, no el de la nación. Son capaces de sacrificar el bienestar y seguridad de los ciudadanos a la prosperidad del partido. Una familia de políticos nefasta para el país.