Juristas dicen que la fecundación «in vitro» convierte a los hijos en «objetos»

Profesores universitarios critican que la ciencia permita crear «hijos a la carta»

Rafa Montaner, Valencia
El Levante, 9 de diciembre de 2002

Medicina para el enfermo y para el deseo

        El grupo de investigación Bioética y Sociedad, formado por una veintena de profesores de distintas áreas del conocimiento, que van desde la biología al derecho, pasando por la sociología y la filosofía y de seis universidades españolas se ha presentado en la Facultad de Derecho de la Universitat de València.

        El primer resultado de sus investigaciones ha sido el libro La Humanidad «in vitro», una obra coordinada por el catedrático de filosofía del Derecho, Moral y Político de la Facultad de Derecho valenciana, Jesús Ballesteros.

        El libro, publicado por la Editorial Comares de Granada, afronta el problema de la llamada medicina del deseo que se da con las técnicas de fecundación in vitro (FIV) y la primacía de la demanda solvente, es decir en distinguir entre el verdadero paciente, que sufre una enfermedad y el cliente que pretende poner la medicina al servicio de sus deseos.

Producido es objeto         En este sentido, Ballesteros es categórico: «No existe un derecho a tener hijos. Tenemos derecho a las cosas, a los objetos, a una vivienda digna, a una educación, pero... ¿Cómo se puede tener derecho a un hijo? Un hijo es un sujeto, un ser humano, y no un objeto y precisamente la FIV lo que hace es convertir a los hijos en objetos». «El hijo –continua– como algo producido y no engendrado chirría, porque tiende a la categoría de cosa al introducirse el criterio de "control de calidad"».
La adopción

«Medicina del cliente»

        «Nos encontramos ante una medicina del cliente y no del paciente ya que nos permite elegir los hijos a la carta, es decir si queremos niños o niñas, blancos, altos, rubios y con una inteligencia superior ...», remata.

        Ante la cuestión de que hacer cuando se deseen tener hijos y la naturaleza nos lo niegue, el catedrático Ballesteros recomienda la adopción: «Soy un entusiasta de la adopción. Hay miles de niños en el mundo que no tienen familias y viven en condiciones infrahumanas. Si muchas veces las FIV son heterólogas, es decir que se han introducido genes que no son de la pareja que desea tener hijos, ¿por qué no adoptar un niño? Es contradictorio que adoptar un niño sea carísimo y por contra las FIV sean baratas».

Justicia distributiva

Más ambiente que genética

        Aunque muchas parejas son reacias a adoptar si la ciencia les permite gestar hijos que porten sus mismos genes, Ballesteros aclara que somos «más ambiente que genética, ya que nuestra personalidad la modela el entorno en el que vivimos, la educación o el cariño que recibimos de nuestros padres... Así, padres y madres son los que se ocupan de sus hijos, independientemente de que estos lleven sus genes o no».

        Además, concluye que las FIV «sólo afectan al mundo de los ricos y por lo tanto son un lujo en relación con las enfermedades gravísimas que hay en el planeta. Dedicar recursos a estas técnicas en detrimento de otras que curan es un problema de justicia distributiva».