El SIDA se combate con los fármacos y con los valores

Riccardo Calcioli
Avvenire, traducido por Mujer Nueva

        El G8 de Sea Island ha vuelto a ocuparse del flagelo del SIDA, que está golpeando a todo el continente africano y amenaza también a otros países, desde Rusia hasta la India. En el continente negro las víctimas del 2003 fueron más de 3 millones, los enfermos 25 millones, y las consecuencias para la sociedad y la economía (aumento de huérfanos, falta de mano de obra...) devastantes. Los ocho Grandes han prometido la creación de un consorcio mundial para la investigación de una vacuna contra el VIH. Hablan de crear una red de clínicas para financiar la investigación. Sin embargo, recordemos que otras iniciativas que el G8 había anunciado anteriormente, quedaron sólo en el papel.

        ”Sobre los fármacos anti-SIDA se están dando grandes pasos, pero debemos ser conscientes de que el problema del SIDA no se reduce solo a un hecho terapéutico”. Lo afirma Giuliano Rizzardini, médico principal de enfermedades infecciosas en el hospital de Busto Arsizio, que durante muchos años ha estado en primera línea en la batalla contra el SIDA en Uganda, país a donde va periódicamente para seguir un proyecto del Instituto Mundial de la Salud (OMS), Ginebra, como miembro de la delegación de la Santa Sede.

Doctor Rizzardini, en estos meses, todo el debate sobre el SIDA se ha centrado en la falta de disponibilidad de un medicamento de bajo costo para los países subdesarrollados.

        El debate sobre los fármacos es muy importante. Por ejemplo, en Ginebra se acaba de presentar un nuevo acuerdo entre empresas farmacéuticas para crear dosis fijas para que de esta forma sea más simple y económico su suministro. Y esto es bueno. Pero sería un grave error reducir la lucha contra el SIDA a esto, porque en países pobres como en África se pueden tener fármacos, pero si faltan totalmente las estructuras y la capacidad para distribuir y controlar la administración de estos medicamentos, ¿Cómo puede un enfermo seguir una terapia cuando el hospital más cercano está a 20 km?

Entonces, ¿el problema más grave es la carencia de infraestructuras?

        No solamente. Lo que ha demostrado ser más eficaz en la lucha contra el SIDA ha sido la prevención. Normalmente, cuando se habla de prevención en términos generales, uno piensa en el preservativo. Sin embargo, me estoy refiriendo a recuperar el valor de la familia, y, en términos más generales, de educación. Porque también los fármacos tienen efecto sólo dentro de un contexto educativo. Esta es la experiencia de Uganda, el único país dónde las tasas de nuevas infecciones de VIH han descendido. Del resto, una reciente investigación del Harvard´s Center for Population and Development Studies demuestra que después de 20 años de epidemia no hay ninguna prueba de que con más preservativos se reduzca el SIDA.

Entonces, ¿cuál es el secreto de Uganda?

        Ciertamente han contribuido diversos factores, pero ha sido determinante el acercamiento consciente del Presidente Museveni, que, al contrario de otros líderes africanos, ha detectado inmediatamente el problema y ha dirigido su trabajo hacia la educación, apoyando a quienes ya trabajaban en este campo, a través de organizaciones vinculadas a la Iglesia.

        El mismo Museveni, en 1992, dijo, en el Congreso Mundial sobre el SIDA, que “la mejor respuesta a la amenaza del SIDA es reafirmar pública y claramente el respeto que cada persona debe a su prójimo. Debemos educar a los jóvenes en la virtud de la abstinencia, del autocontrol y del sacrificio, que exige, en primer lugar, el respeto hacia los demás.” Promoviendo la abstinencia y la fidelidad conyugal, el gobierno de Uganda ha reducido el 65% las relaciones sexuales “accidentales”, con una reducción del SIDA del 75% entre los jóvenes entre 15 y 19 años; del 60% entre los 20 y 24, y del 54% en el resto. Si a todo esto se le añade la disponibilidad de los fármacos, entonces la lucha contra el SIDA puede alcanzar resultados importantes.

Sin embargo, usted habló de los problemas en la distribución y suministro de los fármacos…

        En el Occidente uno piensa que se envían los medicamentos y todo se resuelve. Sin embargo no es así. Las terapias farmacológicas funcionan si están dentro de un contexto educativo, que como condición exige la presencia. Es por esto que, por ejemplo, las organizaciones de misioneros tuvieron éxito también desde el punto de vista sanitario. Y de esto es consciente la UNAIDS, la agencia de la ONU que se ocupa del SIDA, que por esto invita a sus representantes a buscar la colaboración de la Iglesia.

Pero si las estructuras sanitarias no exiten, ¿cómo se hace?

        Estando uno presente se encuentran las maneras. Los misioneros, por ejemplo, se inventaron los dispensarios. Pero se puede pensar también en las estrategias usadas para combatir la tuberculosis, que necesita del suministro directo del fármaco: en este caso, se crearon “educadores sanitarios” de aldeas, usando la estructura social tradicional en África.

        Pero el punto es que si se pueden proponer tales soluciones, se pueden crear nuevos medios sólo si se está presente, si se hace respetar el propio trabajo.