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Matrimonio,
vínculos y problemas
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En
la edición del 14 de abril de 2012 el New York Times publicó
el artículo "La desventaja de cohabitar antes del matrimonio"
(The Downside of Cohabiting before Marriage) de Meg Jay, una psicóloga
clínica de la Universidad de Virginia, en el que analiza el denominado
"efecto cohabitación".
"El
efecto cohabitación"
Según informa
la agencia AICA, el artículo sostiene que existe un "efecto
cohabitación" por el cual las parejas que conviven antes
del matrimonio tienden a estar más insatisfechas con sus matrimonios
y por tanto más expuestas al divorcio que las parejas que no
convivieron. Inicialmente, los investigadores atribuyeron el efecto
convivencia a que los convivientes eran menos adeptos al matrimonio
y por tanto más abiertos al divorcio. Pero nuevas investigaciones
señalan que el riesgo se encuentra en la convivencia en sí
misma, afirma Meg Jay.
La
falta de decisión
Según el artículo,
las personas que rondan los 20 años de edad, suelen llegar
pronto a la convivencia y de manera no discernida, como si fuera una
pendiente que pasa de la cita personal, a dormir en la casa del otro
y de hacerlo periódicamente a la convivencia sin demasiada
reflexión.
"Deslizándose,
no decidiendo"
Se llega a la decisión
de convivir sin demasiado diálogo y no se advierten las diferentes
percepciones que varones y mujeres tienen sobre la convivencia. Según
el artículo, las mujeres son más proclives a ver la
convivencia como un paso al matrimonio, mientras que los hombres tienden
a ver la convivencia como una prueba de la relación o una forma
de posponer un compromiso. Ambos, varones y mujeres, acuerdan que
sus estándares para un conviviente son más bajos que
para un esposo.
Difícil
salir de la convivencia
La convivencia, se
afirma en el artículo, se toma como una decisión rápida,
conveniente en términos económicos y de la que se piensa
que se puede salir prontamente, pero en la realidad no es así
por los costos comunes que se comparten y por otras razones que dificultan
la ruptura.
Según
el artículo, las convivencias se incrementaron en los Estados
Unidos un 1.500% pasando de 450.000 parejas no casadas en 1960, a
más de 7.500.000 en la actualidad.
Estas estadísticas
permiten advertir, aún desde perspectivas que son favorables
o al menos indiferentes moralmente a la cohabitación, los problemas
que tiene socialmente una forma de vida casi sin compromisos y que
diluye los vínculos.
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