Sr. Jiménez, gracias

Ayer a las nueve de la mañana y con todos nuestros hijos, varias familias cogimos el AVE Barcelona-Madrid.
Remedios Falaguera
La felicidad de andar por casa
Aníbal Cuevas

 

Intolerable

        Una vez acomodados en nuestros respectivos asientos, y preparados para ver la película que RENFE nos propone para hacernos más cómodo el viaje, nos informaron por los altavoces que "... la película elegida para hoy es Vicki, Cristina, Barcelona".

        Pensé que estaban de broma.

        Muchos de ustedes entenderán que a las nueve de la mañana de un sábado el cuerpo no está para bromas, y mucho menos para ésta, ya que entre los viajeros, ayer, precisamente, la mayoria eran menores de 14 años.

        ¿Podíamos permitir que estos niños se desayunaran con una sesión de cama para tres, escenas lésbicas, y vocabulario burdo y grosero inaceptable para su buen estado afectivo sexual? ¿Teníamos que aceptar sumisamente esta película, calificada como "apta" para un servicio público? ¡Ni hablar!

        Nos levantamos una amiga, madre también, y yo y nos dirigimos al revisor presentando nuestra queja y pidiéndole un cambio de película.

        El Sr. Jimenez Jiménez, que así se llama –quiero dejar constancia de ello–, con exquisita educación y paciencia, nos recordó que estas películas venían impuestas por un contrato con el Ministerio (supongo que se refería al de Cultura), pero que comprendía perfectamente nuestros argumentos y haría todo lo posible por cambiarla.

Es derecho de los padres

        Y así lo hizo. Es más, nos obsequió con una agradable película, "Paris, Paris".

        ¿Por qué les cuento esto?, se preguntaran algunos. Muy sencillo.

        Primero, porque es de buen nacido ser agradecido. Y le agradezco al Sr. Jimenez Jiménez su sentido común y su comprensión ante las demandas de los usuarios de RENFE.

        Segundo, porque ya estoy cansada de que el Ministerio se adjudique el papel de adalid del bien moral de mis hijos, que, por derecho, nos corresponde a los padres como primeros e irrenunciables educadores de nuestros hijos.

        Por esta razón, me parece intolerable que se decida poner una película con contenidos suficientemente inadecuados como para acusar a los responsables públicos de maltrato psicológico o emocional, puesto que "perjudican seriamente el desarrollo físico, mental y moral de los menores", como señalan numerosas normas sobre la protección del menor.
Y tercero, para demostrar, una vez más, que una queja argumentada y respetuosa tiene CASI-SIEMPRE resultados positivos para todos.