Entrevista a doña Natividad Fernández de la Lama, madre de diez hijos.
La satisfacción de esperar y aprender juntos
A. Ll. P. Alfa y Omega
Los cuatro amores

¿Cómo vivísteis el noviazgo?

        Yo, en el noviazgo, tenía las ideas muy claras, porque mis padres son católicos. Sí que es cierto que no me habían explicado cosas, porque en mi época, sobre la sexualidad, no se hablaba apenas. De todas formas sí que tenía sentido común y sabía perfectamente que las relaciones sexuales las guardaba para el matrimonio. Teníamos una relación muy intensa de afectividad, pero sin entrar en la sexualidad. También es verdad que tuvimos un noviazgo corto, no llegó a dos años, y eso también facilitó las cosas. De todas formas, hay muchas maneras de manifestar el amor sin tener relaciones. Además, no nos costó tanto porque estábamos seguros de que nos íbamos a casar.

¿Cómo fueron los comienzos del matrimonio?

        Tenemos la suerte de no ser muy complicados ninguno de los dos. Éramos los dos vírgenes, y la verdad es que fuimos aprendiendo juntos. Esto puede parecer ñoño, pero sin embargo es comodísimo, porque no tienes que estar demostrando nada, simplemente eres como eres, le quieres y lo demuestras como te va saliendo. Y él, al mismo tiempo, lo va demostrando igual y no estás comparando con cómo lo hizo aquél o aquélla. Fuimos aprendiendo con mucha facilidad, sin ninguna prisa y ningún trauma. Eso también da muchas satisfacciones, tranquilidad y seguridad.

¿Es fácil tener momentos de intimidad con tantos hijos?

        Nosotros hemos ido aprendiendo a buscar la intimidad desde el principio, porque nuestra hija mayor nació a los diez meses, con lo cual siempre hemos estado rodeados de niños. Pero hay momentos de soledad. Tú te metes en la habitación, y de ahí para dentro, ésa es tu vida. Y si no, alguna vez te das alguna escapada, que es muy sana para el matrimonio. No sólo para las relaciones sexuales, sino para las relaciones afectivas, para poder hablar, estar en otros ambientes, hablar de cosas que en casa no tienes tiempo, no tienes tranquilidad ...

¿Notas cómo va cambiando y madurando el amor entre tu marido y tú, a medida que va pasando el tiempo?

        Es cierto que el amor va cambiando. Recién casada y sin haber tenido nunca experiencias, la pasión es más grande. Con el tiempo, la pasión es menor, pero va aumentando el amor, porque es un amor que va madurando con los años, y vas comprendiendo por qué quieres a la otra persona, valoras más las cosas que hace, su manera de comportarse, su manera de tratarte a ti y a tus hijos, eso hace que le vayas queriendo más, fuera de las relaciones sexuales, sin que éstas dejen de ser importantes porque tienen su sitio y su momento, pero yo creo que no es lo más importante en el matrimonio. De hecho, hay gente que no puede tener relaciones, o tiene que distanciar los hijos, o está enferma ..., y no por eso dejan de quererse, al contrario, a veces el tener esa falta de demostración de amor hace que te quieras más en otros aspectos, o que lo demuestres de otras maneras que también pueden llenar mucho.