Besos, bodas y la verdadera
belleza del amor
Verónica Lorenzo
Matrimonio y misterio

        Margarita, mi hermana pequeña y su esposo Mateo se casaron hace dos semanas. Desafortunadamente, surgió algo inesperado en el trabajo; tuve que irme a Italia y no pude asistir a la boda. Al volver de la luna de miel, me mandaron las fotos que con tanto anhelo yo deseaba ver. Apenas me llegaron ayer. Es decir, me llegaron por email las 236 imágenes digitales de la boda, casi nada.

        Mi hermana, que ya de por sí es guapa, se ve hermosa. Mateo tiene una cara de felicidad que no puede dejar de sonreír en cada foto. Pero de las 236, la que más sentimiento me inspira es la del beso. Al verla, me doy cuenta de que esta niñita hermana mía y su joven esposo son realmente marido y mujer, una sola carne, madurados en el amor. Y todo se ha logrado a través de un misterio que se llama “el matrimonio”.

No hay problema

        Pero ayer también me llegaron otras fotos de besos por Internet. Son los besos de decenas de parejas gays que festejan con alegría la modificación de la ley, aprobada ayer por el Consejo de Ministros de España, que otorgará los derechos del matrimonio y de la adopción a parejas formadas por personas del mismo sexo. Imágenes de varios hombres besándose entre sí fueron transmitidas en las noticias electrónicas, eran primer plano en los periódicos y en la televisión. Por más que se hable de que ser gay es natural; de que el 5, 10, ó 20 por ciento de la población española es homosexual; de que no hay ninguna diferencia… al ver una foto de dos hombres agarrados de la mano besándose y compararla con la foto de mi hermana y mi cuñado, no pude convencerme de que “no hay una diferencia”. Hay una diferencia muy, muy grande.

        Para una joven española hoy día, tener unos amigos gay es lo más normal. Yo no me considero diferente del perfil de “una joven española”. No me extrañan los homosexuales y me río del termino “homofobia”. Valoro mucho la amistad que he tenido con mis amigos gays y el tiempo que hemos podido pasar juntos –nuestras conversaciones, su sentido del humor, su creatividad, su comprensión y lealtad de amigos.

Así se sienten

        Quizá es precisamente por eso, que no puedo estar a favor de los matrimonios gay.

        En cada amigo homosexual que he podido conocer a fondo, he descubierto a una persona lastimada que sufre. Muchas veces es un sufrimiento de años; cicatrices que desde chico todavía no se han curado del todo. Ha pasado más de una vez y con más de un amigo gay que, cuando estamos a solas y hablando en serio, me cuentan de lo insatisfechos que se sienten con sus vidas, de lo confundidos que están, y, también, de cómo quisieran ser “normales”.

        Cuando me dicen que no son felices, que me ven a mí y a mi familia y se sienten celosos, no me lo dicen porque se sienten “discriminados” o “estigmatizados” socialmente. No es porque se les negara el derecho de casarse y adoptar hijos. Es porque vivir un estilo de vida gay les deja con un “vacío” que no pueden explicar, y que saben que no tiene que haber. Hay personas que dicen que los gays nacen; y otros que dicen que los gays se hacen; yo sólo sé que ser gay no es normal, tiene algo de desorden –y los gays mismos son los primeros que se dan cuenta de esto.

"Derechos" que no ayuda

        Estas confesiones de amigos duelen porque no puedo resolverles nada. No puedo convertir en amor verdadero algo que no lo es y que no puede serlo. Algunos me han confesado que saben que el amor real se da entre un hombre y una mujer y que lo que ellos tienen es una pálida imitación y una triste alternativa.

        El cambio de ley que se aprobó me da miedo por los homosexuales, porque son ellos los que van a salir perdiendo; no han ganado nada. Cuando el gobierno reconoce un matrimonio, da un sello público de que éste es un amor “sano, verdadero y bello”. Quiero a los gays demasiado para llamar “natural, sano, verdadero y bello” a una herida abierta, que es como ellos me han presentado la homosexualidad. España les está haciendo un gran daño a los gays cuando ignora el problema del fondo de la homosexualidad. Los gays, quizá no de manera conciente, cuando piden atención, están pidiendo ayuda y el Consejo de Ministros Español les ha dado “derechos”, no ayuda real.

La diferencia

        La foto del beso de Margarita y Mateo contiene algo bello, algo que falta en aquellas fotos que aparecieron en la prensa. Lo que han alcanzado estos esposos jóvenes es la meta de cada corazón: encontrar a alguien con quien compartir la vida, poder confiar en un amor sin temor a ser defraudados, emprender un proyecto de toda la vida en que no soy yo, sino que somos “tú y yo” los protagonistas. Su beso nos recuerda que el amor y el matrimonio no son cosas arbitrarias; que no se puede llamar amor o matrimonio a cualquier cosa, aunque se trate de imitar. Nos recuerda que no son las leyes o la posesión artificial de derechos los que dan la felicidad y que la felicidad sólo se encuentra en el amor. Lo único que cambia con la aprobación de la ley del matrimonio es que ahora los gays tienen derecho a ser infelices y seguir insatisfechos pero “casados”.