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Día 4 II Domingo de Adviento |
Evangelio:
Mt 3, 1-12 En aquellos días apareció
Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea y diciendo: Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos. Éste es aquel de quien habló el profeta Isaías diciendo: Voz del que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas». Llevaba Juan una vestidura de pelo de camello con un ceñidor de cuero a la cintura, y su comida eran langostas y miel silvestre. Entonces acudía a él Jerusalén, toda Judea y toda la comarca del Jordán, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Al ver que venían a su bautismo muchos fariseos y saduceos, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que va a venir? Dad, por tanto, un fruto digno de penitencia, y no os justifiquéis interiormente pensando: «Tenemos por padre a Abrahán». Porque os aseguro que Dios puede hacer surgir de estas piedras hijos de Abrahán. Ya está el hacha puesta junto a la raíz de los árboles. Por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. »Yo os bautizo con agua para la conversión, pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego. Él tiene en su mano el bieldo y limpiará su era, y recogerá su trigo en el granero; en cambio, quemará la paja con un fuego que no se apaga. |
Rectitud de intención |
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Vamos
avanzando en el Adviento, y en este segundo domingo nos propone la
Iglesia la enseñanza de Jesús a un grupo integrado en
su mayor parte por fariseos y saduceos, que se tenían por cumplidores
habituales de la ley, aunque según interpretaciones distintas.
El Señor critica su conducta, que pareeía ya consolidada,
y el reproche puede ser de actualidad y dirigido a un grupo como el
que nosotros formamos. Nosotros también podríamos decir
que ya somos cristianos, que ya rezamos, que cumplimos con lo prescrito...
tantas cosas más podríamos decir para justificarnos,
tratando de mostrar que, por nuestra condición, ya hacemos
lo suficiente para ser considerados buenos. |
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