Historia de una carta
La pasada Navidad la historia de D. Pedro María Gutiérrez cambió de guión. Meses después, el protagonista de este relato, escribe una carta.
La abolición del hombre

 

 

El daño y sus consecuencias

“D. Pedro María Gutiérrez ya escribe cartas”

         Con este titular el periódico La Nueva España abría el 28 de octubre la crónica en la que se hacía eco de la presentación en Gijón, con motivo del Día Nacional del Daño Cerebral Adquirido (DCA), de la Guía Práctica para Familiares y Cuidadores, elaborada por la Fundación “Adriana Fernández-Neurocrea”.

        En su crónica, que recogía el testimonio de Juan José Panizo, la periodista Ana Rubiera contaba que “el sacerdote Pedro María Gutiérrez, numerario del Opus Dei, quedó desarmado el día de Navidad de 2007. Un ictus cerebral de un rango muy severo descargó todo su demoledor efecto en un hombre hasta entonces distinguido por su brillantez intelectual y sus altas capacidades. (…) El fatídico día de Navidad perdió por completo la movilidad y sus capacidades intelectuales también quedaron trastocadas.

        “El caso de Pedro María Gutiérrez pasaba a engrosar la larga lista de afectados por daño cerebral adquirido, una categoría que incluye, principalmente, a quienes sufren accidentes cerebrovasculares –como en el caso del sacerdote– o traumatismos craneoencefálicos. En conjunto se trata de la segunda causa de mortalidad en el mundo occidental y la primera de discapacidad”.

        Desde la pasada Navidad, la historia de D. Pedro María Gutiérrez es, como la de tantos afectados por el DCA, una historia diaria de superación personal, en la que resulta fundamental el apoyo familiar que recibe el enfermo, tal como no se cansan de insistir los responsables Neurocrea, adonde D. Pedro María Gutiérrez acude a diario para trabajar cuatro horas en su rehabilitación integral.

Con sentido positivo

        La de estos enfermos es una batalla larga, en la que cada pequeño paso es importante; un ejemplo, como recoge la periodista de labios de Juan José Panizo, es volver a ser capaz de escribir una carta: «Le llevó toda la mañana, pero lo ha hecho, es un hito».

        D. Pedro María no pierde la esperanza de volver a caminar y, desde su silla de ruedas, pide una mayor conciencia social sobre el alcance del DCA y anima a los afectados por este daño y a sus familiares a que procuren superarse día a día, sabiendo fijarse más en los pequeños avances que en lo que han perdido. Como sacerdote, desea además transmitir a todos los afectados su convicción de que en estos momentos Jesucristo está más presente que nunca en sus vidas.

        Por otra parte, su experiencia como enfermo gran dependiente, muy necesitado de los cuidados y afecto que le dispensan las demás personas del Centro en el que reside, le confirma, dice, una verdad que ya conocía, que el Opus Dei es una auténtica familia.