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Desde pequeñito me gustaba mucho la novela de Julio Verne titulada Miguel Strogoff (El cartero del Zar), que tiene que ver tanto con mi profesión. Y curiosamente como le suelo decir a Belén, mi esposa nuestros dos niños de acogida, Alexia y Maxim, son precisamente de Bielorrusia, de la zona en la que está ambientada la novela. La profesión de cartero es especialmente bonita. Sabes que en cada carta que llega a tus manos hay una persona detrás: alguien que ha puesto una ilusión, un sentimiento, una esperanza... Y la vida, a fin de cuentas, es la suma de todo eso. Hacer bien tu trabajo, lograr que esa carta llegue pronto a su destinatario, es contribuir a que esas esperanzas, esas ilusiones y esos sentimientos se hagan realidad.
Suelo comentarlo con mis colegas: nos pasamos gran parte de nuestra vida trabajando. Yo me paso horas y horas ordenando cartas, distribuyéndolas para que cada una llegue a su destino. Durante ese tiempo, les digo, podemos unirnos en oración con Dios, pidiendo por las intenciones de esas personas que escriben esas cartas, por las necesidades de esas almas". | ||
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