La familia Sancho-Oromí, con Álex y Marc.
9 de enero: cada hijo, un regalo
El 9 de enero se celebra el 105 aniversario del nacimiento de San Josemaría. El mismo día, en Lleida (España), Marc cumple tres años. Es el hijo mayor de Anna Oromí y Juan Antonio Sancho. El pequeño Marc y su hermano Álex, con síndrome de Down, son dos niños que san Josemaría, desde el Cielo, conoce bien...
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Un 9 de enero, hace 3 años, en el aniversario del nacimiento de san Josemaría, tuviste tu primer hijo...

        Bueno, antes de nacer Marc, ya había tenido un primer embarazo que desgraciadamente no llegó a término. A raíz de aquel aborto natural, toda la familia encomendó mucho a San Josemaría la llegada de un nuevo bebé.

        Tenemos devoción a este sacerdote santo, y yo tenía la ilusión de crear un hogar luminoso y alegre, como él decía. Así que gracias a Dios, Marc llegó, justamente, un 9 de enero.

No fue el único regalo que habéis tenido tu marido y tú.

        Efectivamente, después de Marc ha llegado Álex: y él es un verdadero regalo. A comienzos de este tercer embarazo, los médicos nos dijeron que había muchas posibilidades de que el niño naciera con síndrome de Down y problemas de corazón.

¿Cómo reaccionasteis?

        En aquel momento no esperábamos una noticía así. ¿Qué hacer? Mi marido y yo rezamos mucho. Cada uno habló con Dios de lo que, al principio, nos parecía una contrariedad. Pero ante Él las cosas se ven claras.

        Aunque en ningún momento nos planteamos no tener a Àlex, yo rezaba y rezaba para que fuese lo que Dios quisiera, y para que me ayudase a ser generosa. Al mismo tiempo, pedía ayuda para saber tomar la decisión correcta ante cada nuevo paso que sugiriesen los médicos: lo más importante era que Álex naciera.

¿Por qué rezar ante una situación así? ¿no es más lógico rebelarse?

La familia rezó a san Josemaría y don Álvaro por los dos niños.

        La oración me ha ayudado a vivir con más serenidad el día a día, a no angustiarse por problemas de futuro y a hacer lo que haya que hacer en en cada momento. Esto lo aprendí del fundador del Opus Dei: ante una situación difícil, hay que acudir a Dios, preguntarle cómo actuar.

        También recé particularmente a don Álvaro del Portillo, el primer sucesor de San Josemaría, a quien tengo una especial devoción. Así que les he pedido en mi oración que me ayuden y han estado en todo momento cerca de mí. Igual que mi marido, claro está, que me ha ayudado con su entereza para afrontar estas circunstancias.

        Así que Álex nació el pasado 5 de septiembre, y desde ese día no dejo de dar gracias a Dios.

¿Todos han comprendido vuestra decisión?

        Desgraciadamente, no es una decisión muy corriente en los últimos años. Lo fácil es abortar, y te lo ponen fácil, y así evitar el problema. Por nuestra parte, cuando dijimos a mi ginecóloga que seguiríamos adelante con el embarazo, ella se alegró porque sabía que este niño llegaba a una casa donde lo acogerían con cariño.

        Últimamente parece que la frase del “millón” –que tanta gente nos repite- es: ‘Qué valientes sois por tener un niño con síndrome de down’. Pero no es cuestión de valentía: la dignidad de cada niño está por encima de sus características.

        ¡No puedes escoger un “hijo a la carta”! Simplemente, lo recibes y lo quieres tal y como es. Un hijo siempre es un don, venga como venga. Mi marido dice que Álex tendrá sus amigos que lo querrán por él mismo, y yo opino igual.

        Y eso de que es un don, no sólo lo pienso yo. La chica que me ayuda con el trabajo de la casa le comentó a su marido que yo tengo un libro que se titula “Hablar con Dios” (lo leo cuando hago oración). Él le respondió: “Por eso tienen este hijo, porque es algo enviado por Dios”.

No lo aceptas, por tanto con resignación.

        ¡No! Sinceramente creo que la vida es una cosa muy grande. No actúo así sólo porque tenga unas creencias religiosas, como me dicen algunos. La fe ayuda, es fundamental, pero el amor a la vida es algo universal, que todos deberíamos compartir.

        Tengo mucha suerte y quiero vivir intensamente esta oportunidad. Puedo aprender mucho de Álex. La realidad es que los niños con síndrome de down son seres especiales, llenos de luz. Él tiene una sonrisa especial.

Imagino que es una oportunidad para hablar con mucha gente.

        Sigo un consejo que me dio una persona vinculada a una asociación de niños con síndrome de down, que me dijo: “La gente no sabe cómo reaccionar cuando ve que tienes un niño así. Así que lo mejor es adelantarte tú”.

        Y esto es lo que hago cuando me encuentro a alguien que todavía no lo sabe: le presento a Àlex y le digo que tiene síndrome de down y que ya lo sabíamos antes de que naciera. Esto me permite hablar con muchas personas y abrirles una puerta para poder reflexionar sobre algo tan importante como el derecho de todos a la vida. He entrado en contacto con asociaciones de síndrome de down, y he descubierto gente maravillosa que me emociona por su entrega y alegría.

        Tengo en el comedor de casa un libro muy bonito de una de estas asociaciones, lleno de testimonios. En uno de ellos hay una carta, en la que un niño con síndrome de down da las gracias a sus padres sólo por el hecho de haberlo tenido, y les garantiza que esto no es un cástigo y que él les corresponderá con mucho amor. Me emociona mucho leer esas letras.