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Un grupo de estudiantes españoles y mexicanos, residentes del Colegio Mayor Moncloa y universitarios que frecuentan otros centros de la Prelatura en Madrid como Ceah y Covarrubias, han estado allí para ayudar a construir dos aulas de educación infantil para niños abandonados, realizar trabajos asistenciales y de alfabetización. Se trata de una iniciativa promovida en Madrid por el Colegio Mayor Moncloa (http://www.cmmoncloa.org/), en colaboración con la ONG mexicana MAS (Medicina y Asistencia Social) (http://www.mas.org.mx/). "Una
vez en el Distrito Federal -cuenta Ricardo, director del Colegio Mayor
Moncloa-, nos unimos al grupo organizador en la Residencia Universitaria
Panamericana. Pepe, que estudia Medicina fue nuestro cicerone en las
visitas de rigor, y un par de días después emprendimos
el viaje a Tlapa, donde se nos sumó otro grupo de universitarios
venidos de Puebla". Dar clases de prepa y catequesis a los presos de la cárcel fue una prueba de fuego para algunos. Los comentarios al salir del penal o al volver de repartir por las casas despensitas bienes de primera necesidad- eran del estilo: ¿Me tocará mañana también? Es que he quedado con un preso en que le enseñaré sintaxis, o tal familia necesita esto y les he dicho lo otro Conforme van pasando los días, aumenta el cansancio físico, el cariño que pones en las clases, se curan las enfermedades traídas por cada uno, se relativizan nuestros problemas "
Para los participantes, continúa Ricardo, "se hizo cierto aquello de que recibimos mucho más de lo que dimos. José me decía: he dado clases y he enseñado muchas cosas, pero también he aprendido mucho de la fe sencilla y de las virtudes humanas de esta gente. Al final, intercambio de direcciones, promesas de que el año que viene volvemos, abrazos y lágrimas en el equipo del pueblo que nos atendía. El campo de trabajo terminó de la mejor manera posible: en la Villa de Guadalupe. Allí dejamos a la Virgen muchos propósitos y le pedimos por los frutos de esta actividad, que ya está llena para la próxima edición. El campo de trabajo tiene un final. Lo escribió San Josemaría en el punto 591 de Forja: Darse sinceramente a los demás es de tal eficacia, que Dios lo premia con una humildad llena de alegría". | ||||
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