“Estos días han sido para mí una gracia de Dios”

El Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, se reunió el sábado con más de 7.000 personas en Valladolid, y cerró así su visita de cuatro días a Castilla y León. En la tertulia, el sacerdote respondió a las preguntas de algunos asistentes sobre la vida cristiana, el amor al Papa, la familia o la educación.

 

El Prelado animó a los asistentes a ser "amigos de Cristo".
        Al encuentro también han acudido familias de León, Zamora, Asturias, Palencia y otras ciudades próximas. En estos cuatro días, visitó también a los obispos de Valladolid y Burgos, y a muchos enfermos, jóvenes y sacerdotes.

         En la tertulia animó a los asistentes a "ser católicos con los hechos. Cuando paséis por delante de una Iglesia, deteneos unos minutos con Jesucristo. Cristo os acompañará en el momento del dolor, del trabajo, de la soledad". Además, incidió en la importancia de que la familia reparta las tareas domésticas: "Jesús os ayudará a atender a todos, a ser responsables en el trabajo, a llegar a casa cansados y no dejaros llevar por el egoísmo sino a ser generosos y escuchar con paciencia a los hijos, al esposo o la esposa".

         "Cristo –prosiguió– quiere vivir en vuestras casas, en vuestra familia. ¡No le cerréis las puertas! ¡No le dejéis solo! Si le tratáis, seréis mejores padres, mejores hermanos, mejores estudiantes, mejores trabajadores. Todo lo que hagáis mejorará porque Cristo estará presente en vuestra vida corriente. Él nos dará la paz, y nosotros podremos transmitirla a otros. Vuestros amigos unas veces no os escucharán; pero en otras ocasiones os dirán: oye, ¿tú porqué estás siempre alegre?".

         También se refirió a "esa tontería mastodóntica de que el Opus Dei es para ricos. El Opus Dei es para todos, para ricos y para pobres, que son la mayoría, y hay algunos que son más pobres que las ratas; para los sanos y los enfermos; para ancianos y jóvenes, para trabajadores y los intelectuales. El Opus Dei es para todos a los que el Señor les pide que tengan la generosidad de poner su vida al servicio de los demás".

        El Prelado salpicó su discurso de anécdotas que divirtieron a los asistentes e ilustraron con ejemplos los mensajes cristianos del obispo. Un asistente, conductor de autobús urbano en la ciudad y miembro del Opus Dei, pidió consejo sobre cómo mejorar su trabajo: "Desde tu puesto de conductor –respondió el Prelado– tienes que transmitir alegría y paz. Ofrece a Dios tu trabajo, también cuando estés cansado, y reza por quienes suban al autobús".

        
Jóvenes y familias llenaron el Polideportivo.
Una vallisoletana, madre de cinco hijos, le preguntó sobre la alegría de tener una familia grande: "Los hijos son una muestra de confianza de Dios hacia los padres –dijo el Prelado–. No tengáis miedo a los hijos. Y si Dios no os los manda, es también una bendición, porque podréis dedicaros a otras tareas de servicio".

         En la tertulia, un grupo de jóvenes interpretó una versión de la canción castellana 'Tan buen ganadico' y un grupo de niñas y niños le entregaron unos regalos.

         Más adelante, habló de los colegios y su papel en la educación de los niños. Dirigiéndose a los padres, dijo: "Tenéis el derecho y el deber de intervenir en la educación de vuestros hijos. Sed amigos de vuestros hijos, que os puedan contar sin miedo sus problemas. Ocupaos de que crezcan fuertes físicamente, pero también en el espíritu".

         Finalmente, tuvo un especial recuerdo hacia el Santo Padre, por cuya salud pidió a todos que rezasen: "Ha dado la vida por el mundo y por la Iglesia. Está desprendido de su vida, pero necesita vuestra oración. Nos quiere a todos con locura". El Prelado cerró el encuentro con un avemaría por el Santo Padre y las instituciones civiles y religiosas, oración a la que se sumaron las 7.000 personas que le acompañaban.

         Antes de despedirse de Valladolid, el Prelado ha manifestado su satisfacción: "Estos días han sido para mí una Gracia de Dios. Nada más pisar la ciudad, tuve la dicha de visitar a la Patrona en la Iglesia de san Lorenzo. Allí palpé el cariño de la gente a la Eucaristía y a la Madre de Dios".

         De su contacto con miles de personas de la ciudad dijo que: "He percibido una comunidad cristiana viva e ilusionada con la transmisión del mensaje de Cristo. Esta es una tierra de esperanza para la Iglesia española".

         "La piedad de los fieles –continuó Mons. Echevarría–y las abundantes obras artísticas –que me han movido a la oración– ponen de relieve que las raíces cristianas de la cultura española, están profundamente vinculadas a este país".

         “Me ha llenado de paz –concluyó– comprobar que el Santo Padre tiene aquí hijos que piden por su salud y sus intenciones. Pienso que los vallisoletanos sostienen con su oración y su cariño filial al Papa. Esta es, en efecto, la mejor manera de ayudarle siempre".