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La
controvertida frase de san Pablo a los Efesios, Esposas, estad
sujetas a vuestros maridos, fue la inspiración de un best-seller
italiano en el 2011: Sposati e sii sottomessa: Pratica estrema per donne
senza paura (Vallecchi): Casada y sumisa: práctica extrema para
mujeres sin miedo. Costanza Miriano, su autora, está convencida
de que muchos conflictos matrimoniales podrían resolverse si
la mujer entiende su verdadero talento como esposa y madre: la sumisión
del servicio. Los ejemplares de su libro pasan de mano en mano entre
muchas italianas.
- Fue una casualidad. Pasaba muchas horas en el teléfono, intentando convencer a una amiga de que se casara. Cuando le conté la historia de mi amiga a un colega, le expliqué que las expectativas de mi amiga sobre el matrimonio eran irreales; en muchos aspectos, era el novio quien tenía la razón. Veía que ellos podían ser felices juntos, pero no se decidían a comenzar esa felicidad por culpa de las ideas erradas que hoy tenemos sobre el amor y el matrimonio. Le dije también que la mujer tiene que ser capaz de mediar, de unir, en vez de dividir. A él le llamaron la atención mis ideas y me puso en contacto con la editorial.
- La mujer ha luchado tanto por la emancipación que, de paso, ha perdido un poco su identidad profunda, ese genio femenino, como lo llamaba Wojtyla en la encíclica Mulieris dignitatem.
- Yo no la elegí. Lo tomé de la carta de san Pablo a los Efesios. Parece una palabra ofensiva para nosotras, las mujeres de hoy, que no queremos renunciar a la lógica del poder. Sin embargo, la sumisión indica otra lógica: la del servicio recíproco, que es el servicio al que está llamada la mujer.
El hombre está llamado a servir de una manera diferente: debe estar listo a morir por su esposa, como Cristo murió por la Iglesia. Su papel no es más fácil que el nuestro.
- San Pablo nos recuerda que a las mujeres nos gusta controlarlo todo, decir la última palabra, manipular por detrás. Ser sumisas significa, literalmente, estar por debajo para ser el apoyo de todos los miembros de la familia, para acompañar a los más débiles. Es una cualidad propiamente femenina, a pesar de lo que diga la revolución feminista.
- Es nuestro verdadero talento. Podemos trabajar y tener mucho más éxito, pero lo que mejor sabemos hacer, y lo que responde a los deseos más profundos de nuestro corazón, es esa capacidad de servir y unir a las personas. El amor de la mujer es más altruista y lleva al hombre a salir de sí, mientras que la mujer recibe (la relación física es una representación de lo espiritual). Los hombres y las mujeres necesitan recuperar esos talentos específicos pues se complementan entre sí.
- Una buena esposa sabe acoger con dulzura y paciencia. Mira a su marido desde un punto de vista positivo y acepta como bueno lo que viene de él. Pospone la confrontación: controla sus emociones y espera. Y nunca, jamás, contradice al padre delante de los hijos.
- Tenemos un modelo: la Señora de la Medalla Milagrosa, con las manos y los brazos abiertos para recibir lo que le llega. Y debajo de sus pies, la serpiente que es nuestra lengua siempre dispuesta a criticar, a ver lo malo, a hacer hincapié en lo que falta.
- Muchas jóvenes están decepcionadas porque hoy tenemos muchas exigencias del matrimonio. Anteriormente, el matrimonio era un medio para encontrar una casa; ahora queremos ser felices. Esto es razonable, pero debemos aceptar nuestras limitaciones y las del otro. El amor no es un sentimiento, es una decisión. Nos adherimos libremente, con toda nuestra voluntad, a elegir a una persona de por vida. Habrá momentos aburridos, pero tenemos que entrenar los ojos para descubrir la belleza inimaginable de la vida cotidiana. Quien salta de una historia a otra y no tiene el coraje de subir las cuestas, no puede ni soñar lo que es posible.
- Dios ha desaparecido del horizonte y sin Dios, es imposible pensar en algo que sea para siempre. Anteriormente primaban las tradiciones y la gente se mantenía firme. Hoy, la idea de ser infiel, de seguir nuestros instintos, es el aire que respiramos. Hay como una conspiración en contra de la familia y solo la Iglesia da la batalla cultural por nosotros.
- He recibido cartas de mujeres que dicen que les ayudó a cambiar su vida matrimonial. Muchas me agradecen porque han aprendido a querer mejor a sus maridos; algunas han decidido casarse; otras, han superado una crisis; y muchas católicas dicen que ciertas cosas no se escuchan ya en círculos religiosos, mientras que mi visión, la de San Pablo, es la que responde a los deseos profundos de sus corazones.
Sí, estoy analizando la siguiente frase de san Pablo a los Efesios: Maridos, estad dispuesto a morir por vuestras esposas.... Si la mujer tiende a controlarlo todo, el hombre tiende al egoísmo. Por eso su llamada es la del heroísmo. El próximo libro es para ellos. | ||||||
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