La monja que besó a Elvis

EL Mundo

77 preguntas sobre el sacerdote
Marc Vaillot

        La primera mujer que fue pareja cinematográfica del 'rey del rock' sale de su convento de clausura para acudir a la ceremonia de entrega de los Oscar

        La mujer que le dio el primer beso en el cine a Elvis Presley se prepara para salir del convento de clausura, volar a Hollywood y desfilar por la alfombra roja de la entrada del Teatro Kodak para asistir a la entrega de los Oscar, en la madrugada del domingo al lunes. No es nueva en esas lides: será la cuarta vez que participe en la gala, aunque hace 50 años de la última ocasión, cuando fue la encargada de entregar uno de los premios.

        Entonces, la que hoy es la madre Dolores Hart era «la próxima Grace Kelly». Se rumoreaba que había sido uno de los grandes amores de Elvis, una idea que ella califica de «injuriosa».

        No sólo había participado en dos películas con el cantante, sino también con Anthony Quinn, Montgomey Clift, Robert Wagner y George Hamilton. Coprotagonizó una de las películas más taquilleras de 1962, Where the boys are? (¿Dónde están los chicos?), en cuyo cartel aparecía en bañador en una playa.

        Estaba a punto de firmar con el productor de Casablanca, Harold B. Wallis, un contrato por más de un millón de dólares anuales. Uno de los modistos de las estrellas le había terminado el traje para su boda con Don Robinson, un promotor inmobiliario millonario de Los Ángeles A los 24 años, tenía a sus pies al todo Hollywood.

        Y entonces lo dejó todo para hacerse monja de clausura en la Abadía de Regina Landis, en el estado de Connecticut, a una distancia similar de la meca del cine mundial a la que hay entre Madrid y Bagdad. Probablemente, la separación psicológica sea todavía mayor. La propia Hart lo admitía el año pasado en una entrevista a la cadena de televisión ABC: «Los siete primeros años fueron muy duros».

        Hollywood no es, ciertamente, un convento, a pesar de que Hart se las arregló para encontrar a Dios por su cuenta. Hija de dos actores divorciados y criada en un ambiente ajeno a cualquier religión, ella pidió que la bautizaran cuando tenía 10 años.

        Ahora, a los 73, Hart regresa a Hollywood convertida, de nuevo, en estrella. Esta vez, del documental sobre su vida God is the bigger Elvis (Dios es el Elvis más grande), de la cadena de televisión HBO, finalista en la categoría de cortometrajes de no ficción.

        En su convento, Hart también ha destacado. Es abadesa. Y no ha dejado, de todas formas, su vocación artística: en 1996, grabó un CD con oraciones y cánticos religiosos titulado Recordaré. Desde que llegó intramuros, Regina Landis celebra festivales de teatro en verano.

        La hermana Dolores ha usado sus conexiones en Hollywood: cuando la comunidad necesitó una nueva instalación eléctrica, se encontró con que no tenía dinero. Una llamada telefónica de la madre Dolores a un viejo conocido y todo quedó arreglado. ¿El nombre del donante? Paul Newman.

        Al margen de eso, Hart trabaja el campo y canta gregoriano ocho horas al día. También es miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas, lo que implica que puede votar en los Oscar y que su opinión vale tanto como la de Steven Spielberg o Peter Jackson.

        Este año ha visto las películas en una televisión en el sótano de la Abadía, con la única compañía de su mascota, un loro, ya que los otros 38 miembros de su comunidad no tienen el más mínimo interés en el séptimo arte. Aunque no ha dicho por quién ha votado, ha insinuado que lo ha hecho por Meryl Streep y George Clooney.

        Su pasado aún le sigue rondando. Todos los años tenía la visita Robinson, que murió el año pasado aún soltero. «Hemos madurado juntos, como si hubiésemos sido un matrimonio», ha declarado él. Hart, por su parte, no echa de menos su vida de estrella. Cuando le mostraron un video casero en el que aparece con Elvis y unos amigos en una fiesta, dijo: «Esa chica que se ve ahí era mucho más seria que lo que yo soy ahora. Estaba mucho más herida por la vida».