El testimonio de Karyme Lozano: una conversión paralela a la de su amigo Eduardo Verástegui

Involucrada en proyectos pro vida, la actriz defiende la vida desde su concepción hasta su muerte natural.
Toni Bardia
Creo pero no practico
Jesús Ortiz López

 

 

Una juventud de vaivenes

        Karyme es una actriz y cantante mexicana de 32 años muy conocida en los últimos años por su participación en varias telenovelas en su país. Como ella misma reconoce, llegó a obsesionarse por el mundo de la fama y el dinero que la rodeaba.

        Sin embargo, su vida cambió por completo a raíz de la muerte de su padre, en marzo del 2009, que abrió un proceso de cambio fruto de su profunda conversión y reafirmación en la fe.

        Siguiendo el ejemplo de su amigo Eduardo Verástegui, con quien colabora en la organización Manto de Guadalupe, ha decidido vivir en castidad.

Historia de una conversión

        En una entrevista concedida a un canal de televisión (que se puede ver más abajo) la actriz cuenta el cambio de valores y de estilo de vida que le trajo la conversión.

        Una radiante Karyme, que asegura no haber encontrado nunca tanta paz y seguridad, quiere dar su testimonio: “cuando tu permites que Dios entre en tu vida y en tu corazón, los milagros empiezan a suceder dentro de ti, en tu carrera, familia, en toda tu vida”.

        De pequeña soñaba con ser doctora, construir un asilo de ancianos o un orfanato para ayudar a los niños.

        “En la adolescencia, esa etapa tan delicada, tuve amistades que no me convenían, que me enfocaban hacia lo negativo, las fiestas y la relajación. Conforme fui creciendo me fui olvidando de ese sueño, lo guardaba en mi corazón pero me fui enfocando hacia una carrera artística buscando la aceptación de los demás”, recuerda.

        La artista, expone que dentro de la edad adulta se dio cuenta que su vida no tenía sentido. Aunque nunca pensó en quitarse la vida, recuerda que a pesar de tener una hija, “la bendición más grande”, sentía pocas ganas de vivir. “Yo que no era una persona materialista, me empecé a obsesionar por la fama, dinero, el mundo superficial que no lleva a nada real.”

A la conversión por el abandono

        A pesar de estar en un ambiente superficial, Karyme asegura que siempre estuvo en la búsqueda espiritual: “Siempre he estado en contacto con Dios pero siempre lo busqué en la Cienciología, la meditación, fuera de mí. No sabía que lo tenía en casa, en mi propia religión, en el interior”.

        La actriz dice no encontrar palabras para contar la conversión. Después de la muerte de su padre, Dios la guió en una decisión profesional clave que acabó rechazando. “Fue una oración muy fuerte, desnudé mi alma, y a partir de allí Dios obró en mi vida. No fui yo, fue Dios el que ha tocado mi vida”. “Ahora veo las cosas totalmente de otra manera: cosas que no captaba, que veía anticuadas o no entendía”.

        “Por primera vez en mi vida dejé que Dios tomara las riendas de mi vida. Me despojé, me dispuse a entregárselo todo: casa, coche, carrera, mi familia, hija, mi mente, corazón, todo mi ser, mi vida. Sólo le pedí a cambio su guía y su amor”, confiesa.

        Karyme concluye su testimonio con estas palabras: “Ahora siento la necesidad de ayudar (como cuando era pequeña), de amar, mejorarme, de ser un ejemplo a mi hija. Ahora entiendo el porqué de la castidad, la responsabilidad que tengo como artista para escoger buenos proyectos" como referente que es para tantos jóvenes que la toman como ejemplo.

“Morir de una forma digna”

        Karyme Lozano define, en una entrevista para la organización pro vida I am Whole Life, la muerte de su padre como “una historia muy personal, fuerte y bella porqué me acercó a Dios”.

Una lúcida decisión

        “Entendí que no se puede jugar a ser Dios. No somos Dios, Dios tiene sus tiempos: decide cómo y cúando se puede llevar a las personas”, declara.

        Al padre de la artista se le detectó un tumor en un estado avanzado. “No se pudo mejorar, y se fue apagando poco a poco”. Desde su entorno le aconsejaban que le dejaran de subministrar suero o que le quitaran la máscara de oxígeno para “ayudarlo” a morir más rápido y evitar que sufriera.

        Su reacción fue muy clara. “Yo inmediatamente dije no, mi papá va a morir de una forma digna”. En su interior sintió “que no estaba bien, ¿quién soy yo para desconectar a mi papá, para decidir cuándo va a morir?”.

        Precisamente en el cómo y el cúando de su muerte, Karyme ve una lección, una señal. Todos se habían despedido de él: familia y entorno, pensando que si se despedían se iría en paz; Pero no se iba. Entonces fue cuando se dio cuenta: “faltaba mi mamá, llevaban 25 años divorciados. Ella vino desde otra ciudad entró en la habitación a solas. Le perdonó y le pidió perdón por todo lo que se habían hecho. Poco rato después que mi madre se fue, mi padre falleció.