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En diversos puestos de responsabilidad en la Curia |
Es innegable el valor que con todas sus peculiaridades da la mujer a la vida de la Iglesia católica. No sin razón, muchas de ellas son estrechísimas colaboradoras del Papa en la curia romana y, hoy por hoy, es más visible la participación de la mujer en organismos y eventos vaticanos.
También en el dicasterio para los religiosos colabora, aunque como jefa de oficina, la canonista estadounidense Sharon Holland, cargo homónimo al de la italiana Paola Fabrizini aunque ésta en el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
María Cristina Carlo-Stella ha dedicado toda su vida al trabajo en la Iglesia. Actualmente es encargada de la Fábrica de San Pedro, cuyo último responsable es el cardenal Angelo Comastri, y anteriormente colaboró como jefa de oficina en la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia.
María Gargiolli colabora como experta en asuntos psiquiátricos y psicológicos en el Tribunal de la Rota Romana, ente encargado de los veredictos sobre los casos de nulidad matrimonial. También en el mundo de los tribunales colabora Ilaria Zuanazzi, docente de derecho canónico y, desde febrero de 2009, la primera mujer que funge como juez en un tribunal eclesiástico en Italia, concretamente en Turín.
En el Pontificio Consejo para los laicos es una doctora quien dirige la sección dedicada a la mujer. Se trata de la señorita Ana Cristina Villa Betancourt, laica consagrada. Anteriormente ocupó este puesto la peruana, también laica, y teóloga de profesión, Rocío Figueroa.
Silvia Guidi se ha unido muy recientemente a la planilla de redacción de uno de los periódicos más antiguos del mundo: L´Osservatore Romano (el primer número salió 1 de julio de 1861, bajo el pontificado de Pío IX). No es poca cosa: es la primera mujer que estará de modo permanente en el equipo de redacción en la historia del rotativo.
La doctora Letizia Pani Ermini es, desde 2003, presidenta de la Academia Pontificia Romana de Arqueología. Anteriormente había fungido como secretaria de la misma academia (un organismo que data de 1810 y cuya finalidad es el estudio, la promoción y la divulgación de la arqueología y del arte antiguo y medieval). Por su mismo cargo, la doctora Pani es también miembro del Consejo de Coordinación entre las Academias Pontificias.
Flaminia Giovanelli, laica, licenciada en ciencias políticas y diplomada en biblioteconomía y ciencias religiosas, es subsecretaria del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Colaboradora directa de ese dicasterio desde 1974, Giovanelli es experta en políticas de desarrollo, pobreza y trabajo. | |||||
Mujeres en los sínodos |
Pero no es todo. Para el sínodo sobre la Eucaristía de octubre de 2005, Benedicto XVI convocó a una docena de auditoras para participar en el mismo: desde la ex embajadora de Filipinas ante la Santa Sede, Enrietta Tambunting de Villa, hasta una fundadora, miembros seglares de movimientos eclesiales y, por supuesto, religiosas de distintas congregaciones.
Para el sínodo sobre la Palabra de Dios, de octubre de 2008, se llegó al mayor número de mujeres participantes en un sínodo: fueron 25 de las cuales 6 participaron como expertas y 19 como auditoras.
De entre las expertas, la mayoría profesoras de Sagrada Escritura, había una estadounidense (Sara Butler, doctora en filosofía, asesora de la Conferencia de obispos católicos de Estados Unidos, profesora de teología dogmática en el seminario San José de Nueva York y miembro de la Comisión Teológica Internacional desde 2004), una española (Nuria Calduch-Benages, profesora de Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad Gregoriana), una francesa (Marguerite Lena, profesora de filosofía en el Studium Notre Dame de l´Ecole Cathédrale, en París), una nigeriana (Mary Jerome Obiorah, primera mujer africana en doctorarse en el Pontificio Instituto Bíblico y actual profesora en la Universidad de Nigeria y en el seminario mayor de la arquidiócesis de Onitsha) y dos italianas (Bruna Costacurta, doctora en ciencias bíblicas, consultora de la Conferencia Episcopal Italiana y profesora en la Universidad Gregoriana, y la monja trapense Germana Strola, primera religiosa contemplativa en doctorarse en el Pontificio Instituto Bíblico).
Entre las auditoras hubo dos mujeres africanas, cuatro de Europa del este, dos estadounidenses, tres asiáticas y ocho europeas.
La riqueza que sigue aportando la mujer a la vida de la Iglesia es insustituible. Lo sabe el Papa y cada vez queda mejor reflejado. | |||||
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