Cuando se ven bien las cosas.
Pensar por libre
Otro encuentro en la calle
Había muerto su hijo y estaba feliz.
Enrique Monasterio
Un safari en mi pasillo. Otra catequesis desenfadada a la gente joven

 

 

 

Feliz y con razón y sentido común

         Me ocurrió el domingo pasado a las 12 y media, y de nuevo junto a la confitería “Mallorca”.

         Al otro lado del semáforo había una anciana sonriente. Empecé a cruzar la calle y la anciana me hizo un gesto con la mano para que me acercara. Me sujetó por el brazo.

         —Padre, estoy muy contenta. Ha muerto mi hijo, pero estoy feliz.

         Pensé que no la había entendido. Nos alejamos de la calzada y en la misma entrada de la pastelería me resumió la historia.

         —Mi hijo y mi nuera estaban esperando una niña, pero el médico dijo que venía muy mal y que lo indicado era el aborto. Ellos se negaron y nació la niña. Una preciosidad, sanísima. Hace unas semanas mi hijo estaba dándole el biberón y se sintió mal. Una hemorragia cerebral. Murió a las pocas horas. Es como si fuera un mártir, ¿verdad, padre?

         La buena señora me besó la mano como en otros tiempos y no parecía dispuesta a soltármela.

         —¿Verdad, padre? Yo estoy feliz. Tengo un hijo en el Cielo y una nieta preciosa.

         Le di la razón en todo y le pregunté:

         —¿Cómo se llamaba tu hijo?

         —Francisco de Asís; o sea, Paco.

         —¿Y tu nieta?

         —¡Sofía!

         —Haremos una cosa, si te parece bien. Mañana ofreceré la Misa por tu hijo y contaré a mis amigos la historia para que también ellos recen. ¿De acuerdo?

         De nuevo me besó la mano.