El Papa e Ingrid Betancourt rezan juntos para ablandar el corazón de los terroristas
"Hablar de las víctimas del terrorismo salva vidas", asegura la ex candidata a la Presidencia de Colombia, que considera su liberación un "milagro" y define al Papa como un "ser de luz" en quien se apoyó durante su cautiverio.
La ex rehén colombo-francesa Ingrid Betancourt y el Papa Benedicto XVI rezaron juntos en la mañana de ayer por todos los secuestrados por las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para que Dios toque "el corazón duro de los guerrilleros", según relató ella misma durante una rueda de prensa en Roma.
REDACCIÓN HO y EUROPA PRESS.
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        "El Papa lleva el dolor de los que sufren en su alma y, en especial, de mis compañeros todavía prisioneros en Colombia", aseguró Betancourt, que a lo largo de la conferencia se emocionó y tuvo que dejar de hablar en varias ocasiones.

        La ex candidata a la Presidencia de Colombia no descartó la posibilidad de volver a entrar en política en el futuro, pero aseguró que ahora su objetivo inmediato es "hablar por aquellos que no tienen voz", puesto que "el dolor humano no puede quedar escondido detrás de las fronteras".

        Desde Roma, quiso enviar un mensaje a sus "compañeros de infortunio" e insistirles, con su testimonio, en que "no se olviden de que esta vida vale la pena vivirla". "Hablar de las víctimas del terrorismo salva vidas", aseguró.

        Betancourt también quiso trasladar un mensaje a los jefes de la organización terrorista, quienes, en su opinión, viven en una "posición autista, en la que sólo se escuchan a sí mismos". "El mundo les está mirando y quiere creer que en sus corazones hay espacio para el amor y el perdón, así como lo hay en mi corazón", añadió.

        Sólo así será posible "cortar el círculo vicioso del odio" y lograr cambiar las cosas "por la vía democrática". "El camino comienza por el corazón", insistió.

El Papa, un "ser de luz" en quien Ingrid se apoyó durante su cautiverio

        Sobre el Pontífice, con quien se había reunido previamente, dijo que es "un ser de luz" en quien ella encontró un punto de apoyo para seguir adelante cuando se hallaba prisionera, en plena selva. La ex rehén relató cómo un día, después de haber estado caminando durante horas y sin saber dónde la conducían, sintió una "inmensa angustia y desesperanza porque no veía el final del Calvario".

        Entonces, encendió la radio y escuchó la voz del Papa que precisamente estaba pronunciando su nombre y pedía su liberación. "Es difícil dimensionar el efecto psicológico" que puede tener una cosa así, afirmó. "Para mí fue como una luz y por eso, desde que volví a la libertad, quería venir a verlo y abrazarlo", explicó.

        "Hoy cumplí ese sueño, porque Dios es grande, Dios es maravilloso", aseguró Betancourt que explicó cómo, sin darse cuenta, nada más ver al Papa se había saltado el protocolo y lo había abrazado.

Algunos detalles del encuentro con Benedicto XVI

        Así mismo, quiso narrar algunas de las cosas de las que habían hablado, pues, aunque son muy íntimas, pueden "ayudar y ser útiles" para otras personas.

        Betancourt, que cuando fue liberada manifestó que durante su cautiverio mantuvo una intensa vida de oración y que rezaba habitualmente el Rosario, detalló al Romano Pontífice que el pasado 1 de junio le había pedido a Jesús un milagro que no consistía en ser liberada, sino en saber cuándo iba a ser liberada, para "tener así la fuerza de aguantar". "Si haces este milagro, yo voy a ser tuya", fue su promesa.

        La ex rehén hizo esta promesa después de escuchar a través de una radio católica la historia de una santa de cuyo nombre no se acordaba y a quien Jesús le había dicho que si se entregaba a su Sagrado Corazón, tocaría el corazón duro de quienes la hacían sufrir, bendeciría sus proyectos y cargaría con su cruz, esperándola en el tránsito de la muerte.

        Para Betancourt, que permaneció secuestrada casi seis años y medio, el impacto de esta historia fue muy grande, porque "necesitaba eso, que tocara el corazón duro de la guerrilla" y que "le ayudara a llevar esta cruz", pues ya no podía más.

        A los pocos días, el pasado 27 de junio, un comandante de las FARC la llamó y le dijo que iban a ser visitados por una supuesta comisión internacional que en realidad era el grupo de militares que les liberaría en una operación secreta dirigida desde Colombia.

Admirada por la reacción del Papa

        Ingrid Betancourt destacó que, después de contarle su milagro al Papa, la reacción de éste fue "admirable", puesto que le explicó que Dios había respondido a sus oraciones porque supo pedir bien. "No pediste tu liberación, sino que se hiciera su voluntad y que te ayudara a hacer su voluntad", fueron las palabras del Papa, según el relato de la ex rehén.

        Preguntada sobre cómo ha encontrado el mundo tras su liberación, Betancourt aseguró que había visto que la gente tiene miedo de "perder lo que tiene" y que le había "llamado mucho la atención" el rechazo por parte de los países ricos hacia las personas que, desesperadas, llegan de los países menos desarrollados en busca de un futuro mejor.

        La rueda de prensa tuvo lugar en la sede de la Provincia de Roma, donde la ex rehén se entrevistó con el presidente de la provincia, Nicola Zingaretti, quien a su vez le entregó un premio y se mostró partidario de que sea elegida premio Nobel de la Paz.

        Betancourt está aprovechando su visita a la capital italiana para reunirse con varias autoridades políticas, como el presidente de la República, Giorgio Napolitano, entre otros. El pasado domingo se entrevistó con el líder del Partido Democrático, Walter Veltroni, y visitó la Comunidad de Sant'Egidio, especializada en mediación de conflictos.