El vínculo matrimonial
No cualquier relación, por apasionada que sea, entre hombre y mujer es matrimonio.
 

        La posibilidad o el hecho mismo de tener relaciones sexuales e hijos, no hace que un hombre y una mujer se conviertan automáticamente en matrimonio. Por eso han existido desde siempre los amantes, los hijos fuera del matrimonio… Ni siquiera el amor real y apasionado entre un hombre y una mujer es causa suficiente para que se consideren casados. Así, Romeo y Julieta, paradigma de los enamorados, murieron solteros.

        ¿Qué es entonces lo que hace el matrimonio? La complementariedad sexual, la posibilidad de tener hijos y el amor son condiciones para que pueda darse el matrimonio, pero hasta que las personas no “se casan”, no se les considera esposos. Nadie considera que dos personas sean marido y mujer sólo por el hecho de irse a vivir juntas. Tiene que haber “casamiento”, contrato. ¿Qué significa esto? Que el vínculo que libremente establecen el hombre y la mujer es lo que les constituye en esposos. Se trata de un vínculo público, por el que se comprometen a la entrega mutua.

        Algunas personas rechazan la idea de que este vínculo tenga que ser público, arguyendo que ellos bien pueden amarse “en privado”. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el ser humano es un ser social, y que no puede prescindir de este carácter a la hora de definir su proyecto de vida. Casarse significa unirse a otro miembro de la sociedad para formar una comunidad de la que lo más normal es que surjan más miembros. Es evidente que este tipo de unión es siempre de carácter social. Quienes abogan por una unión “privada” quizás pretendan una unión “secreta” o “no formal”. ¿No es esto una forma de querer “dejar la puerta abierta” para dar marcha atrás sin complicaciones si se cambia de opinión?

        Además, por este vínculo, la unión entre hombre y mujer se convierte en un nuevo ser social: una realidad nueva que supera a los cónyuges como personas individuales, configurando una nueva identidad en ambos. Ya no son dos personas (X e Y): son una unidad (los Sres. Z). Por eso se habla de “cambio de estado” cuando una persona se casa. No son sólo ellos los que se comprometen ante la sociedad, sino que la sociedad también se compromete con ellos.

        ¿Por qué surge este vínculo? ¿Por qué decimos que se trata de algo natural en la relación entre hombre y mujer? Porque el vínculo concreta, expresa y hace posible una entrega mutua que es total, exclusiva e indisoluble, y los hombres y las mujeres aspiran a este tipo de unión. Esto es un bien para los esposos, para los hijos y para la sociedad.

Por la naturaleza de la relación entre los esposos:

        a. Porque el vínculo concreta y realiza las aspiraciones naturales de los enamorados. Cuando un hombre y una mujer se quieren, quisieran estar siempre juntos (unidad); no quisieran compartir sus vidas, sus cuerpos o su intimidad con otras personas (exclusividad); y quisieran permanecer unidos para siempre (fidelidad, indisolubilidad). El matrimonio satisface y hace posibles estas aspiraciones, porque supone el paso de quererse a querer quererse (o el paso de un amor que se elige a un amor que se debe). Sin este compromiso, el fantasma de una posible separación crea una gran inestabilidad psicológica y bloquea la entrega de la pareja.

        b. Porque toda persona siente la necesidad íntima de ser aceptado y querido de manera total por una persona que lo complementa y con la que es posible la comunión (física, psicológica… de toda la persona). Esta totalidad no significa que no haya dificultades, sino que existe un compromiso firme de superarlas y seguir construyendo la entrega mutua. Si el compromiso es total (de toda la persona y para toda la persona), no tiene límites de tiempo (indisoluble) ni admite excepciones (exclusividad).

        c. Porque sólo un vínculo con estas características puede ser el fundamento firme sobre el que construir la familia. Los esposos necesitan tener la seguridad de que contarán el uno con el otro a la hora de pensar en tener hijos.

        d. Porque las relaciones afectivas estables y duraderas se construyen con esfuerzo a lo largo del tiempo. El que haya un compromiso anima a la pareja a mantenerse en ese esfuerzo, necesario para la realización personal y mutua.

 

        Las investigaciones y estadísticas corroboran estas afirmaciones: en promedio, los hombres y las mujeres que se han casado por primera vez disfrutan de un nivel más alto de salud física y mental que aquellas personas que son solteras, divorciadas o que están viviendo juntas sin casarse. Los investigadores han encontrado de forma constante que los índices más altos de personas con trastornos mentales se dan entre las personas separadas o divorciadas de su cónyuge. Las personas casadas son más felices que aquellas personas que son de la misma edad y que no se han casado, y disfrutan de un apoyo emocional mayor Por lo mismo, los matrimonios tienden a vivir más tiempo.

        De todo esto se deduce que el que hombre y mujer se comprometan a una entrega total, exclusiva y para siempre por medio de un vínculo mutuo (no importa la forma concreta en que se realice), es algo natural, exigencia de sus aspiraciones más profundas y su misma psicología.