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Trabajan en un país donde la esperanza de vida no pasa de los 52 años. Llevar un centro de salud en Bata es enfrentarse al paludismo, a las tifoideas, a los parásitos intestinales, al sida, sobre todo al sida. Abren a diario, además, un comedor nutricional, lleno hasta la bandera.
El trabajo empieza a las siete, y hasta que no están entregados todos los resultados no se cierra. Tenemos consulta, laboratorio, farmacia, control de embarazadas, sala de cunas
Cuatro hermanas y 18 nativos. Intentamos que ellos lleven el centro. Ponemos mucho esfuerzo en su formación, y en conseguir becas para que hagan estudios fuera y mejoren su nivel.
Damos comida diaria a los niños desnutridos, ayuda de leche a madres seropositivas. Muchos niños han perdido a su madre.
No es verdad. Los jóvenes de hoy piensan de otra manera, va a costar mucho el cambio, pero se está empezando. África es un continente con esperanza, está despertando a algo nuevo, a pesar de sus muchas dificultades y carencias. Son gentes alegres. Hay grupos de jóvenes que animan la Eucaristía. Los jóvenes africanos nos ayudan a vivir la fe, eso nos falta en España.
Si no fuera por la ayuda económica y humana de la Iglesia sería imposible mantener las misiones. Pueden estar muy seguros de que todo lo que llega por la Iglesia va destinado a la ayuda de estas gentes.
En ancianos crónicos, que no tienen servicios sanitarios, ni alimentos. En atender a paralíticos por la polio, en los que se han quedado ciegos por las filarias. Sería largo de detallar.
También tenemos un grupo de niños apadrinados. Se les paga la matrícula, material escolar y medicación. Y me alegra tener esta ocasión para dar infinitas gracias a todas las mujeres y hombres de gran corazón, que nos ayudan en esta labor de ayudar a los necesitados.
Con alegría. Cada hombre que se acerca es una buena nueva. Lo importante para mi es estar entre esta gente y transmitir los valores cristianos, estar cerca de ellos en el dolor, acompañarles en sus fiestas. Ellos sienten que alguien les quiere, y nos sienten como su familia.
El trabajo es duro, y no hay horarios, pero en África recibes siempre más de lo que das.
Por temperamento
soy optimista y aunque asome el cansancio o el desánimo, encuentro
pronto resortes para salir. Recuerdo mucho la frase "Dios me
ha creado para ser feliz", la llevo a la oración. Y el
Evangelio de San Mateo 25: "Tuve hambre y sed y me diste...",
Los Hechos de los Apóstoles, el apoyo firme de mi congregación...
Estos han sido pilares firmes que me han ayudado. Nació
en Rípodas (Navarra) en 1934. Recuerda una infancia feliz,
con el cariño de sus padres y hermanos. Era la pequeña.
Sus padres la educaron en la honradez, la justicia, la solidaridad
y el respeto. Estudió enfermería e ingresó en
la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa | |||||
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