Si quieres ser feliz …

Liliana Esmenjaud
El mago de Oz (DVD)
Victor Fleming

Servir para ser alegre

        Hay encuentros inesperados que marcan toda una vida. Así sucedió con un joven que se topó con la Madre Teresa de Calcuta, quien le preguntó si deseaba verdaderamente ser feliz. A su respuesta afirmativa, ella se limitó a decir: dedícate a servir a los demás. 20 años después, este joven es el director de una serie de centros de rehabilitación donde se ayuda a niños discapacitados y a sus familias a aprender a salir adelante ante los retos tan singulares que se les presentan. En este servicio tan concreto a los más necesitados, ha descubierto una fuente de paz interior que lo lleva a esa felicidad buscada desde la juventud, y ha abierto la puerta para que muchos más accedan a ella.

        Hace unos días tuve la dicha de visitar precisamente uno de estos centros de rehabilitación integral Teletón (CRIT) en la ciudad de México, y digo “dicha”, porque en él descubrí un mundo que no imaginaba.

        Lo primero que llamó mi atención, fue la amabilidad de todo el personal, empezando por los guardias hasta los directivos, pasando por los voluntarios y terapeutas. Todos tienen bien puesta la camiseta, (literal y figurativamente, pues todos usan uniforme, y así se reconoce a simple vista a quién se puede acudir, y a la vez, todos tratan a los pacientes y a sus familias con la misma delicadeza, pues saben muy bien que el secreto del CRIT no está solamente en sus instalaciones sino en la atención y cariño que en ellas se ofrece).

Por increíble que parezca

        A penas llegar, me encontré con la coordinadora de los voluntarios. (Esta institución permite a miles de personas ayudar a los demás de una manera muy concreta según las propias cualidades y tiempo disponible). Me recibió muy atenta y me mostró el lugar. Conforme avanzábamos de sala en sala pude constatar la calidez con que todo el personal se dirigía a nosotros, a los pacientes y a sus familias. Entre los voluntarios había una gran variedad de gente: personas mayores ya jubiladas; señoras jóvenes que llegaban después de dejar a sus hijos en el colegio; alumnos universitarios que daban su tiempo entre clases; y no faltaron algunos más con capacidades especiales (como sordera o retraso mental leve) todos muy alegres, cada uno sirviendo a los demás donde se les pedía.

        Gran parte de la mañana la pasé en el área de educación. Entre terapia y terapia los niños reciben ayuda pedagógica, mientras sus padres atienden a pláticas y cursos sobre la educación familiar. (Ahí entendí porqué se llaman “Centros de rehabilitación integral”). Cada niño con una voluntaria a lado, sigue las instrucciones de la pedagoga. A mí me tocó ayudar a Lupita, una niña poblana de 10 años de edad, que llevaba una semana en terapias y que pronto regresaría a su casa para continuar con sus ejercicios desde ahí. Como su discapacidad era leve, llevaba varios años en lista de espera y por fin le había tocado su turno que estaba aprovechando al máximo. Lupita espera ser dada de alta para el final del semestre. Otros niños necesitaban más ayuda, algunos hasta eran amarrados a la silla, pues su espalda no los sostenía, pero sin importar su condición física, todos con el número de voluntarios que cada uno necesitaba, estaban ahí presentes recibiendo su ayuda.

        De ahí pasamos a la zona de los consultorios. Tuve que estar muy atenta para no ser arrollada por dos sillas de ruedas que entre risas y gritos se disputaban el primer lugar de una carrera por el pasillo. Saludé a los dos competidores de unos 7 u 8 años recibiendo por respuesta una sonrisa viva y sana que me dijo mucho de aquel lugar.

Siguiendo el consejo de la anciana

        Otra área muy interesante es la de la terapia ocupacional. Ahí se les enseña a basarse por sí mismos, en la medida de las posibilidades. Un cajón de cocina contiene los cubiertos más originales jamás antes vistos, respondiendo a las necesidades personales de cada paciente. Ahí mismo se tiene el taller que condiciona los instrumentos que cada niño necesita: sillas de ruedas personalizadas, garfios, tenedores... En ese departamento también aprenden a abrir y cerrar puertas y llaves, a transportarse sobre asfalto, tierra, empedrado, alcantarillas y hasta a cruzar puentes peatonales.

        Al concluir la visita, llevaba el corazón lleno de ver todo el bien que se está haciendo en ese lugar: a los pacientes y a sus familias se les abre una esperanza ante el futuro, al tiempo que se les brinda un apoyo afectivo y efectivo; mientras que a los doctores, terapeutas, voluntarios y demás personal, se les da la oportunidad de encontrar la felicidad sirviendo a los demás.

        El encuentro fortuito de hace 20 años con esa ancianita no sólo dio la clave de la felicidad a aquel joven. Este, con mirada emprendedora, supo abrir a muchos otros la posibilidad de hacer lo mismo. La experiencia de tanta gente que ha pasado por este lugar nos hace ver la sabiduría de aquel consejo: “si quieres ser feliz, dedícate a servir a los demás”, pues la manera más eficaz de encontrar la felicidad está en procurarla a los demás.