El esbirro
Sergei Kourdakov
A ti, ¿qué te mueve?
De 1997 a 2003 aumentó el porcentaje de alumnas de secundaria y bachillerato que en el Distrito Federal, (México) presentaron conductas alimenticias de riesgo, preocupación por engordar o usaron métodos purgativos para bajar de peso del 3 al 9.6%. Mientras que en los alumnos estas mismas tendencias se incrementaron del 1.3 al 3.8%, según estudios de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente".
Liliana Esmenjaud
Sin Excusas
Kyle Maynard

 

 

Lo que yo valoro

        Ante estos datos, la sociedad ha reaccionado buscando implementar leyes que ayuden a cortar este cáncer social que tanto daño ha hecho en otros países. ¿Qué es lo que se propone? Restringir la venta de tallas pequeñas; prohibir la exhibición de modelos anoréxicas; e incluir información nutricional en las cartas y menús de todos los establecimientos que vendan bebidas y alimentos. Y ante tal propuesta sólo cabe preguntarse si esta será verdaderamente la solución.

        Corremos el riesgo de sobresimplificar el problema dando soluciones externas que no llegan a la raíz del mismo. ¿Qué es lo que busca un joven cuando deja de comer? ¿Simplemente cambiar de talla? Y esto, ¿para qué? ¿En qué le beneficia? ¿No será más bien que se cae en estos malos hábitos debido a que vivimos en una cultura que valora a la gente según su apariencia física? Si bien es cierto, que las tallas 1 ó 0 pueden motivar a adelgazar, ¿por qué será que las tallas 10 o 12 no incentivan a engordar? Más que la talla en sí, lo que importa es el significado afectivo que se ha dado a cada talla.

        Para entender el comportamiento de nuestros jóvenes y poderles ayudar, es importante tener en cuenta qué es lo que les mueve, no sólo en cuestiones alimenticias, sino en general. El ser humano se mueve por sus valores, aquí entendidos, no como una serie de virtudes, sino como algo que él considera valioso para sí. Si para mí es muy importante descansar, por ejemplo, valoraré todo aquello que me ayude a hacerlo. Si lo que me importa es saber mucho, entonces la cultura cobrará un mayor valor para mí, y mi comportamiento, ordinariamente, mostrará dicha preferencia. Si mi apariencia externa es lo que vale para mí, entonces haré todo lo que esté de mi parte por cuidarla, aunque vaya en detrimento de otras cosas valiosas en sí, pero que no lo son tanto para mí.

Descubrir la razón de fondo

        Y aquí es donde se pone interesante: lo que me mueve es lo importante o valioso para mí. Sin embargo, eso no siempre es realmente bueno, o por lo menos no siempre es lo mejor para mí. Sigamos con el ejemplo de la anorexia: donde se confrontan dos cosas valiosas: una determinada apariencia física frente a la salud y en muchas ocasiones la vida misma de la persona. Objetivamente hablando, la vida y la salud son mucho más valiosas que el verse delgado, pero para el sujeto con anorexia, esto no es así. Su percepción es ciertamente errónea, pero sigue siendo su percepción. Para cambiarla, habrá que ir más a su sistema de valores que a un espejo, y ver qué es lo que le mueve, qué es lo que es valioso para él, y por qué motivo lo es. De forma ordinaria, algo se convierte en valioso para una persona porque satisface alguna necesidad. Si alguien busca a toda costa tener una apariencia física determinada, sin hacerlo con palabras, nos está diciendo que está buscando algo más: o ser aceptado; o tener algún reconocimiento por parte de los demás; o el llamar la atención; o el mostrar o mostrarse a sí mismo el autodominio que tiene. Cada uno tendrá alguna necesidad distinta. Estas necesidades pueden ser muy válidas. Habrá que enseñar al o a la joven a satisfacerlas de alguna forma en que no vaya en contra de algo verdaderamente valioso.

        El sistema de valores de cada persona es sumamente importante, porque es lo que en última instancia la moverá en la vida. Desde las grandes decisiones hasta los más pequeños detalles están regidos por lo que es importante para cada uno. Aún cuando actuamos acatando una norma o ley, lo hacemos según nuestro sistema de valores: la acato porque para mí es importante guardar el orden y obedecer a la autoridad, o no la obedezco porque simplemente la autoridad no tiene ningún valor para mí. Respeto al otro, porque como persona, tiene una dignidad para mí, o no lo hago, porque para mí no tiene ningún valor.

En modo de presentar a lo valioso

        El sistema de valores personal se va interiorizando conforme se va creciendo. De niño, por lo general, se siguen los valores de los papás: lo que es importante para la mamá, lo suele ser para el hijo. Pero a medida que el hijo crece, muchas otras instancias van ejerciendo su influjo sobre él: el colegio y los compañeros empiezan a dejar su huella, al igual que los medios de comunicación social, que al enaltecer algo, presentándolo como “cool”, lo convierten en importante para toda una generación, o al ridiculizar otras realidades automáticamente hacen que el joven les reste valor en su vida. Ejemplos existen muchos, basta analizar la manera como el matrimonio y la familia han sido presentados en las últimas décadas, como un lugar aburrido, donde se maltrata a la persona, ante lo atractivo que se suelen mostrar otros estilos de vida. No es de extrañar que entre las nuevas generaciones el matrimonio y la familia no siempre figuren dentro de sus valores más altos como solían hacerlo.

        Ante esta realidad, es necesario equipar muy bien al joven para que no se deje manipular adquiriendo los valores que otros desde fuera le quieren imponer. Es importante que él mismo aprenda a discernir qué cosas son valiosas en sí mismas, y cuáles no lo son, por muy atractivas que se las presenten. El joven muchas veces no cuenta con el criterio para hacerlo. Es necesario acompañarlo en su camino para iluminar los escollos por donde puede caer y para ayudarle a encontrar una solución sana y adecuada a las múltiples necesidades que se le presentan en esa edad.