Nuestro retrato
Porque como de verdad somos se manifiesta
exactamente en nuestro amor.
Marcela García Frausto
Desfile de modelos: análisis de la conducta ética

 

 

Es cosa nuestra

        Decía el filósofo pensador Josef Pieper que, después de leer en las revistas del corazón el uso que en el mundo de la popularidad se daba al amor, no le quedaban ya ganas de pensar sobre el amor durante un largo tiempo.

        Y es que es muy común hablar del amor. Definiciones puede haber tantas como cabezas, y puede resultar arduo tratar de esclarecer el término. Pero para comprender bien qué es el matrimonio, la familia y la persona humana misma, nos es necesario saber sobre el amor, puesto que todas ellas son realidades humanas íntimamente relacionadas con él, y no se lograrían conocer si ignorásemos qué cosa es el amor y lo que no es.

        El amor nos muestra qué y cómo somos en cuanto personas. La persona obra en grado excelente cuando ama de verdad. Y cuando ama de verdad, la persona realiza de la mejor manera su naturaleza.

        Sin embargo, el amor no es un movimiento de la persona hacia sí misma. El que ama de veras nunca podrá amarse sólo a sí mismo, como nunca nadie podrá ser feliz en completa soledad. El amor es siempre relación con otro ser personal. El amor es un modo de ser entre los que se aman.

        Podemos decir también que el amor no viene de fuera. No es cupido quien nos hace enamorarnos, no son los astros quienes ejercen su fuerza en nosotros, no es ni siquiera la suerte, o la misma vida quien nos une o nos separa. Somos nosotros los que amamos, vivificamos, sostenemos, acrecentamos, restauramos nuestros amores. Hay que decirlo otra vez: los autores y los responsables del amor somos nosotros, con nuestra voluntad, nuestras decisiones y acciones. No podemos transferir a otros nuestras conductas o responsabilidades. Debemos atribuirnos el amor con sus grandezas y sus miserias.

La necesaria madurez

        Un aspecto importante para crecer como personas adultas es ir madurando en nuestra capacidad de amar. Bien se puede definir al niño como un ser necesitado de amor y a veces egoísta, que reclama ser amado y es incapaz de ser sólo donación; el niño por su estado evolutivo, requiere sobre todo, ser amado. Pero conforme la persona crece, debe ir madurando y no quedarse en ese estado infantil en el campo del amor, buscando sólo recibir. El madurar es ir transformando, nuestra necesidad de amor, en capacidad de amar. Si se busca sólo recibir amor, se agota la capacidad de engendrar amor, conservarlo y acrecerlo. La actitud de dar amor tiende, por el contrario, a crear las condiciones para amar y para ser amado. El amor no puede darse en la actitud de espera, así no se engendra amor. Cuando vivimos sólo esperando ser amados, somos como un agujero que desperdicia todo el amor que se recibe. Buscar sólo ser amado es una perversión del poder de amar.

        El amor humano real y del bueno, existe y es posible. Pero el amor no es algo que se da y ya. Hay que engendrarlo y conservarlo en vida, perfeccionarlo, restaurándolo de los normales conflictos y desgastes.

Lo que somos

        El amor es nuestro retrato. ¿Quieres saber cómo eres? Mira en tu corazón y ve cuánto amor es capaz de dar, de ese amor que no es sentimiento o entrega fugaz, de ese amor que se hace donación, perdón, servicio, correspondencia y compromiso para siempre.

        Una última palabra: al final del día, haz un pequeño examen, recuerda algo que haya ocurrido el día de hoy, ¿estás satisfecho de cuánto eres capaz de amar? ¿Has buscado ser amado o amar?…todavía estás a tiempo, sé creativo, a la próxima explota tu capacidad de amor, olvida tus necesidades… no te justifiques, no hables mucho del amor, mejor calla y ama.

        ¿De qué nos serviría saber ideas sobre el amor, si no amamos mejor?