¿La envoltura o el regalo?
Liliana Esmenjaud
Los cuatro amores
C. S. Lewis

 

 

 

Los valores y los medios

        El otro día en una despedida de soltera se organizó un juego muy divertido. Sentadas todas en una sala formábamos un círculo grande con regalos envueltos en el centro. Algunos parecían muy llamativos: grandes y de colores, mientras que otros más bien pequeños, no resultaban tan atractivos. El juego comenzó con dos pares de dados en dos bandejas pequeñas. Cada par circulaba por un lado de la rueda. A quien coincidían los dos dados en número, se daba el derecho de tomar un regalo, sin abrirlo hasta que la música terminara. Era interesante ver la opción y reacción de cada una. Cuando ya no quedaban más regalos disponibles, mientras la melodía continuaba, se tomaban los regalos de las demás. El premio no estaba asegurado hasta que se acabara la canción. Se organizó un buen alboroto, cada vez los dados iban más deprisa, y los premios pasaban de unas manos a otras a penas sin darse cuenta. Finalmente terminada la música, las ganadoras abrieron sus respectivas cajas. Para sorpresa de todas, algunas traían bromas y otras, premios, independientemente del tamaño. La envoltura no representó fielmente el valor del regalo.

        ¡Cuántas veces nos pasa esto en la vida! La envoltura de las cosas y las circunstancias no siempre concuerda con su valor. En ocasiones no sabemos dar una envoltura adecuada a lo importante y valioso, y por eso se le desprecia. Pienso, por ejemplo, en cuántos programas de televisión hoy en día, se presenta a la familia como algo aburrido y en ocasiones hasta insoportable. Y al mismo tiempo se ensalzan formas de vida individualistas en las que los protagonistas parecen más libres y atractivos mientras menos compromisos tienen con los demás. La envoltura en esos casos no ha hecho justicia a la realidad.

        Este es el gran trabajo de los medios de comunicación: el poner envolturas a todo. Y así, tienen en su poder la manera como la gente percibe la realidad. Lo que presentan de forma atractiva, es más fácilmente acogido. Se me viene a la mente una película de la década de los 70´s: Butch Cassidy and the Sundance Kid, protagonizada por Paul Newman y Robert Redford. Los dos apuestos delincuentes intentan enmendar su vida. Al no lograrlo, se dedican a asaltar bancos, cosa que hacen muy bien. Su sencillez y habilidad terminan por ganar la simpatía del espectador, quien los acompaña en cada hazaña alegrándose con sus triunfos. La aventura termina cuando el ejército los encuentra en pleno robo y abre el fuego. Uno, ya encariñado con los protagonistas, se queda con la impresión de que fue injusto: siendo sólo dos, todo un ejército les puso fin sin que se pudieran defender. Los ladrones se convierten en héroes y los militares en villanos. La envoltura ganó al contenido y el corazón se queda del lado de los bandidos. De esta manera las películas, las telenovelas, y hasta las campañas publicitarias van haciendo mella en los corazones y en los criterios de la gente.

El bien que se puede hacer

        El gran poder de los medios de comunicación radica precisamente en esto: en su capacidad para envolver la sensibilidad del público hasta modelar su forma de pensar y de vivir. Algunas veces reflejan la realidad, otras, la crean. En ocasiones promueven valores e ideales muy nobles. En otras, en cambio, contagian estilos de vida no muy recomendables para el bien de la sociedad.

        Los medios tienen una doble capacidad: formativa por un lado, y destructiva por el otro. ¡Cuántas realidades conocemos a través de ellos! Nos acercan a culturas y a lugares donde no podríamos llegar. Nos presentan un eclipse solar visto desde el otro lado del mundo, o nos traen imágenes de las necesidades después de una tragedia motivándonos a ayudar. Cuánto bien se ha podido hacer a través de programas y campañas como las del “Teletón” en México, donde todo el país se une en un solo corazón un día al año, dando como fruto un centro de rehabilitación para discapacitados que ha cambiado las vidas de tantas personas y familias. Sin los medios de comunicación no tendríamos nada de esto.

Somos muy vulnerables

        Y al mismo tiempo, ¡cuánta manipulación se hace a través de ellos! Críticas destructivas sin propuestas de solución. Imágenes de violencia que contagian la realidad. Modelos de vida destructivos e irrespetuosos. ¿Cuál es el problema? Que la gente da crédito a todo lo que ve y escucha por estos medios, sin reflexionar en su veracidad. Los medios son los grandes modeladores de la sociedad actual.

        Los niños y jóvenes, por su misma etapa evolutiva, resultan ser el público más vulnerable frente a estos medios. Es importante que les enseñemos a tener una actitud crítica ante ellos para que aprovechen lo positivo y no se dejen contaminar por lo negativo. Es necesario que les ayudemos a discernir entre la pura envoltura y el contenido verdadero, para que no se dejen manipular por una escena bonita que envuelve los sentimientos pero que destruye los valores. Los medios constituyen un gran avance de la civilización, siempre y cuando los pongamos al servicio de la humanidad. Al fin de cuentas, ¿qué es más importante: la envoltura o el regalo?