La hermana elegida
Magdalena Llavona Sordo

 

La amistad en crisis

        Dicen que corren malos tiempos para la amistad, cosa por demás extraña dado que ahora, como nunca antes, la comunicación está de moda y tenemos acceso a una serie de medios que facilitan el contacto entre las personas de manera cómoda y rápida, sin estar sujetos a problemas de tiempo o distancia. Sin embargo la gente habla, conoce gente, tiene la agenda plagada de datos sobre muchos conocidos, acude a distintos sitios en donde socializa; pero no se comunica realmente, se siente sola, más que nunca.

        Estudios actuales revelan que las amistades masculinas son muy diferentes de las femeninas. La amistad entre mujeres es algo especial y no sólo porque haga más rica, divertida o entretenida la vida sino porque, ahora se sabe, ayuda a bajar el estrés, reduce el nivel de colesterol, la presión alta y las afecciones cardíacas, mejorando la calidad de vida de quienes tienen la suerte de compartirla.

Ellos son distintos

        Explica Laura Cousino Klein, profesora de Salud Bioconductual de la Universidad de Pennsylvania e investigadora de la UCLA, que durante cincuenta años se sostuvo la teoría que aseguraba que ante una situación estresante las personas sólo atinaban a pelearse o escapar y que estas conductas eran respuestas biológicas normales del organismo. Últimamente se ha descubierto que esas actitudes son masculinas y que las mujeres reaccionan en una forma opuesta. Ésto no se sabía porque el noventa por ciento de los estudios de estrés se hacían con hombres. Las mujeres ante el estrés reaccionamos con una cascada de químicos cerebrales, liberando grandes cantidades de oxitocina, sustancia que amortigua la reacción de pelear y escapar y nos motiva, en cambio, a compartir nuestras emociones con otras mujeres y a cuidar de nuestros hijos. Cousino Klein explica que esta reacción calmante no se da en los hombres porque la elevada cantidad de testosterona que producen al estar bajo tensión reduce el efecto de la oxitocina y por ésto responden al estrés con hipertensión y comportamientos agresivos.

Muy bueno pero no es fácil

        En las conclusiones de un estudio de 2000 de la Escuela de Medicina de Harvard se asegura que, para las mujeres, no tener amistades cercanas o confidentes es tan dañino para la salud como el consumo de tabaco o el sobrepeso, y que una amistad verdadera y confiable ayuda a disminuir impedimentos al envejecer y da más oportunidades de disfrutar de la vida.

        Dice Lilian Suaya, psicóloga e investigadora de la Universidad de Buenos Aires que cuando una amiga se convierte en la “hermana elegida”, será un baluarte sanador, un antídoto natural muy eficaz para vivir más y mejor.

        A mí todo ésto me resulta muy interesante e ilustrativo pero me parece que si es tan buena la amistad y, encima, tan beneficiosa para la salud tendrá por fuerza que ser algo nada fácil de encontrar. Y es que para que se dé la amistad se requieren ciertas condiciones.

        Necesita tiempo y no se lleva bien con las prisas. Y necesita tiempo porque la amistad se construye compartiéndolo en conversaciones, yendo a sitios, estando en contacto con diversas personas y ambientes, sufriendo contratiempos, disfrutando de eventos, de intereses comunes. Por éso es tan fácil hacer amistades en la adolescencia, porque tenemos todo el tiempo del mundo. A otras edades ésto es más difícil, las prioridades son otras y la sociedad de las prisas no nos permite algo que sería un lujo.

En los tiempos que corren ...

        Desde la Antigüedad se considera a la amistad como un sentimiento honorable. Dice Francesco Alberoni que se podrá dar la mutua simpatía con muchos conocidos, se podrá tener afinidad con personas que sabemos como piensan y podemos pedirles ayuda pero que no nos inspiran una confianza profunda; se dará también, con algunos, un sentimiento de solidaridad social por ser personas con vidas o creencias parecidas a las nuestras, se podrán dar amistades guiadas por el provecho en cuestiones de negocios o política, que duran lo que duren los beneficios.

        La amistad de verdad, ésa que se considera como uno de los sentimientos más honorables, y aquí viene otra condición, es la que se da sólo entre personas que se muestran tal como son sin reservas y que desean y procuran el bien del otro con hechos, entre personas leales y transparentes que respetan los pactos y se ganan la confianza, es decir entre personas con honor, concepto en total desuso.

        Es difícil encontrar personas así pero quizá lo mas difícil es serlo. Quien lo sea seguramente encontrará, sin buscarla, en algún momento de la vida alguna hermana elegida, y digo sin buscarla porque es algo que no se busca, te sale al paso porque te la mandan del cielo.