Hurón
Para ser feliz, escoge bien tus mascotas
Stephanie Maitland
También nos puede pasar

        Hay gente que de verdad escogen bichos bien raros para mascotas. Por ejemplo, a un amigo mío se le ocurrió acompañarse en todas partes por un hurón. No le molestaba el olor del animal, ni el hecho de que dejaba pelos blancos en el sofá y en el tapete. Estuvo muy bien hasta que se enamoró de la mujer de sus sueños y, suerte para los dos, el afecto era mutuo.

        Nada más surgió una sola complicación imprevista en esta historia de amor: a la novia el hurón le dio alergias serias. Mientras el hurón andaba suelto por el apartamento del novio, la joven ni cruzaba el umbral para visitarle. Cuando sus reacciones alérgicas al animalcito la mandaron hasta al hospital, quedó muy claro que el hombre tenía que decidir entre la novia y la mascota. No podían coexistir. Punto. No creo que haga falta adivinar cuál fue su opción. El hurón se desapareció de la escena, y hoy en día los novios están felizmente casados con cuatro hijos.

        Tal vez nos encontramos en una situación de cierta forma semejante. ¿Quién de nosotros no anhela la presencia de una amiga tan simpática como la Alegría? ¿Pero, por qué parece evitar nuestra vecindad? Y cuando sí condesciende a visitarnos, ¿por qué se despide tan rápido como huésped incómodo? Nos quejamos de que siempre nos cae la mala suerte, de que es imposible disfrutar ni del día más soleado con esta u otra persona a menos de mil pasos de nosotros, de que la alegría resulta un tesoro más escondido que el grial santo de la película de Indiana Jones... y nos resignamos a ahogarnos en el pesimismo y la insatisfacción.

Que la "mascota" no predomine

        Echamos la culpa muy fácilmente a algo o a alguien fuera de nuestro poder... pero, ¿no será, quizá, que hemos dejado entrar en nuestra casa algún bicho raro y desagradable a la alegría? De hecho, esta mascota ya se ha identificado y es muy común en muchos hogares. Se llama el "pero". No, no es "perro", hay que quitarle una "r". El "pero" suele meterse donde de otras formas todo sería positivo. Tiene un sentido olfatorio hipersensitivo a lo negativo aunque sea escondido entre miles de cosas buenas. Por ejemplo: "Hoy es mi cumpleaños. He sobrevivo x número de años y he podido levantarme de la cama otra vez esta mañana. Mi familia y mis amigos me han saludado con cariño. Comí mi desayuno preferido y mi Suburban no me la han robado durante la noche como le pasó a mi primo la semana pasada en México D.F. PERO qué lástima que tenga que ir a la oficina para trabajar hoy." ¿Te suena?

        Lo peor es que por más que nos estropea, seguimos acariciando y alimentando esta "mascota" consentida. Por esto es tan difícil mantener una amistad constante con la alegría y el espíritu optimista. Sin embargo, la situación se puede reparar. Es cuestión de querer y dejarse ser alegre. Y el primer paso es el de desterrar nuestros "peros" y saber valorar lo bueno que se nos presenta cada día, incluso entre las contrariedades. Para empezar a ser feliz, basta escoger bien nuestras mascotas y no dejarnos regir por ellas.