Atrapadas en Macedonia

Mujer Nueva, 6.VIII.01
Fuente: New York Times

Vergonzoso         La pobreza y una década de conflicto armado alimentan redes de esclavitud sexual.
        En el pueblo de Velesta, en la frontera de Macedonia con Albania, entre casas rurales típicas de la zona y almacenes de heno, destacan las luces de neón de más de una docena de clubs de alterne. El pueblo tiene una reputación siniestra.
        En uno de los bares, un grupo de hombres están de pie junto a sus coches, rodeados de mujeres jóvenes escasamente vestidas. Cerca de ellos, en un Mercedes negro, un hombre de cabeza rapada, con el cuello rodeado de cadenas de oro, observa junto a su chofer. Es el hombre más rico del pueblo.
Como si fueran animales         Cientos de mujeres extranjeras, la mayoría proveniente de los antiguos países del bloque soviético, han pasado por sus manos, engañadas con ofertas de trabajo y retenidas contra su voluntad para ejercer la prostitución. Compradas por los propietarios de los bares y vendidas cuando los clientes se cansan de ellas, se van moviendo dentro de una extensa red de traficantes que no conocen fronteras ni etnias, desde los Balcanes hasta Europa occidental.
        Según un informe del Gobierno de EEUU, grupos criminales de Grecia, Bosnia, Yugoslavia, Albania, Rumanía, Bulgaria y Líbano, secuestran, violan y esclavizan con violencia a decenas de miles de mujeres en los Balcanes.
El personal de la ONU         El gobierno de Macedonia ya ha tomado acción: con el apoyo internacional, ha abierto un refugio para estas mujeres, devolviéndolas a sus países de origen y cerrando los bares. El hecho de ser un país de tránsito para estas redes internacionales viene agravado por el creciente índice de prostitución de su propia población, en parte alimentado por el personal de la ONU y las fuerzas de pacificación del cercano Kosovo, que acuden a la zona durante sus descansos.
Verdaderas víctimas engañadas         Es imposible calcular cuántas mujeres son víctimas de estas redes, dado que son muy pocas las que logran escapar y son trasladadas muy rápidamente de un lado a otro
        A pesar de que los propietarios de los clubs declaran que todo es legal, este mismo mes, una ucraniana de 22 años consiguió huir de uno de estos bares y alcanzar su embajada en la capital, Skopje, explicando que en Odessa recibió una oferta de trabajo de un grupo de serbios que la condujeron a Macedonia, donde fue comprada, forzada a la prostitución y maltratada, como tantas otras que todavía siguen en Velesta, cautivas de quienes se aprovecharon de su sueño de una vida mejor.