La diferenciación sexual ¿necesaria?
Hombres y mujeres de la tierra (V)
Todos veríamos como ilógico el ofrecer a un jugador de baloncesto una pelota de ping-pong para jugar. El baloncesto para jugarse profesionalmente necesita una pelota de un cierto tamaño y complexión. En cambio no parece resultar igualmente ilógico los actuales “juegos” con la sexualidad humana: homosexualidad en alza, transexualidad, prácticas bisexuales. Da la impresión, de que en este juego, no hay reglas definidas y que es indiferente como se practique mientras sea una elección personal.
Carolina Duarte Mujer Nueva

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde el mismo origen de la persona

        Hay quien defiende que la sexualidad humana es el conjunto de características que abarcan y expresan a todo el ser humano, en la unidad de su cuerpo y de su espíritu, y que le configuran como hombre o como mujer. La sexualidad “diferencia” a dos seres humanos que tienen igual dignidad (valor), pero que experimentan la vida humana de modos diferentes. Toda la experiencia y la autoconciencia del sujeto pasan a través de la realidad de ser hombre o de ser mujer.

        ¿Cómo sabemos que esta dimensión es realmente fundamental y que afecta a todas las dimensiones de la persona? Porque es principio fundamental de identidad ya que desde la fusión de un óvulo femenino y un espermatozoide masculino se da origen a un ser humano sexuado. Desde el inicio el ser humano es sexuado. Su sexualidad no es algo que le viene…después, a medida que crece o a partir de una circunstancia que acontece en su vida. Además sabemos que afecta a todo su ser, entonos sus niveles, porque hasta cada célula de su cuerpo llevará el sello del sexo propio: XX femenino o XY masculino.

        Si afecta a todo el ser humano, afecta a su espíritu y a su cuerpo, que desde el inicio son femeninos o masculinos. Es algo que le viene dado. (Ver definición de lo natural), no es en este sentido un elemento cultural y por ello intercambiable o educable indistintamente. La persona normal es aquella que vive su sexualidad de forma integrada, a partir de su yo personal y libre.

        La existencia de la sexualidad humana demuestra que el ser humano es un ser para otro diferente de sí mismo. La diferencia que reclama no es la de un otro nada más, sino que pide la presencia de un “otro complementario”. Alguien con quien comparte los rasgos fundamentales de su personalidad humana pero que posee algo que le atrae y de lo que él carece.

        La diferenciación sexual naturalmente establece un atractivo recíproco entre hombre y mujer; se puede decir que “redirecciona” al ser humano hacia el otro “de sexo complementario”. A esta inclinación innata llamamos atracción sexual.

Así se explica ...

        Julián Marías explicaba en una conferencia sobre la mujer (1), que esta tensión entre varón y mujer, no es precisamente sexual sino sexuada; esa condición sexuada, es decir, la condición de ser varón o mujer, ser dos formas de instalación en la vida, dos formas de persona humana, es algo que acompaña a la vida entera, durante toda su duración y en todas sus dimensiones. Esto es justamente lo que da el temple del lirismo a la vida humana –que puede fallar, porque nada humano es permanente, nada humano es seguro. Hay procesos de personalización y de despersonalización y puede haber crisis que afectan a esta dimensión, que es permanente, constante y abarcadora de la vida.

        Biológicamente, la diferenciación sexual permite el desarrollo del instinto sexual (2), que humanizándose por el uso de una libertad inteligente, se traduce en el ser humano en un principio de la expresión del amor humano. Este amor humano se expresará como la donación total y recíproca de espíritu y cuerpo.

        El instinto sexual proviene primeramente de la fisiología humana. Se expresa como un conjunto de reacciones naturales que surgen espontáneamente cuando se dan unas condiciones. Ahora se habla y estudia mucho las expresiones sexuales entre hombre y mujer, pero durante 10.000 años, hombres y mujeres, no han tenido mayor dificultad en la vivencia de su atracción mutua. Unos lo han sublimado más de acuerdo a su desarrollo espiritual. Historias platónicas de amor pueblan la Historia y las páginas de la literatura. Otros lo han vivido más desde su aspecto instintivo-biológico, como fuente inmediata de placer. Pero la persistencia de esta realidad demuestra que la diferenciación sexual, hombre-mujer, no es un elemento accidental, sino que es necesario para que exista el ser humano, como tal.

Hacía el amor

        El fin último del ser humano, como ya se ha hablado, es sencillamente el amor. El amor exige un ser libre e inteligente. La libertad no se reduce a la posibilidad de hacer lo que uno quiera. Somos libres pero para algo. Somos libres para poder amar a otro ser humano. De hecho sólo se es realmente libre cuando se ama. Y el amor, a su vez nos hace más libres. Si no amamos, nuestra libertad se convertirá en un boomerang que acabará dañándonos a nosotros mismos, porque no supimos elegir aquello que nos era propio.

        El amor es donación de sí; pero para poder dar, es necesario que haya quien acoja el don, y lo haga amando a su vez, es decir donándose a sí mismo al otro. Su igual dignidad justamente permite darse el uno al otro y recibirse el uno al otro. Cada hombre y cada mujer, es un amante que también necesita ser amado por sí mismo. Esta relación sólo puede darse exclusivamente entre seres humanos sexualmente complementarios. La diferenciación sexual revela que el hombre es para amar a la mujer y ser amado por ella, y la mujer para amar al hombre y ser amado por ella.

El paradigma de todos los amores

        Además para dar origen a un nuevo ser humano es imprescindible la aportación de cada uno de los sexos: masculina y femenina. Cada uno aporta lo que le es propio, y sólo de esta forma, se da el milagro inaudito de una nueva vida humana. Un ser distinto de ambos, con su propio su espíritu personal, su código genético, sus potencialidades y debilidades, etc. El ser humano surge a partir precisamente de un acto sexual de amor. Hablando con propiedad, solo el acto sexual es una realidad complementaria.

        El amor humano entre hombre y mujer es paradigma de todos los otros modos de amor. Podremos amar como padres o madres, hermanos o amigos, pero podemos hacerlo porque somos seres sexuados libres, hombres o mujeres.

        La sexualidad humana es una dimensión fundamental del ser humano necesaria para identificar al ser humano como tal y para permitirle realizarse en el amor. La sexualidad está íntimamente relacionada con la afectividad, la capacidad de amar y la aptitud para relacionarse con los demás. No es pues un despiste de la madre naturaleza cuando le toco la hora al ser humano de aparecer en este planeta. Merece la pena tomarla en serio, para ser lo que somos y llegar a ser aún más de lo que somos, si nos atrevemos a amar con seriedad.

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(1) Conferencia del curso “El Lirismo y el Prosaísmo”, Madrid, 1999/2000 - edición: Ana Lúcia C. Fujikura- http://www.hottopos.com)

(2) Instinto sexual: se expresa como un conjunto de reacciones naturales que surgen espontáneamente cuando se encuentran dos seres sexuados, macho y hembra, en período de celo. Es la atracción natural de origen fisiológico que pone en marcha una serie de mecanismos orientados a la realización del acto sexual.