La mujer hecha y derecha
Si "la mujer no nace, se hace"..., ¿cuál es la clave del éxito de
la mujer "hecha y derecha"?
Stephanie Maitland

 


 

Pero no sería suficiente

        “La última vez que vi a Cristina era una niña de doce años. ¿Cómo es ahora?” Han pasado unos diez, doce, quince años. ¿De qué palabras puedes echar mano para describir a la joven sumamente responsable en casa y en la carrera, cariñosa pero con cabeza, segura de sí misma y volcada hacia los demás? “Es una mujer hecha y derecha”. Bastan estas pocas palabras para delinear de un golpe la imagen de la mujer ideal, simpática, equilibrada.

        “La mujer no nace, se hace,” afirmaba Simone de Beauvoir. Tiene algo de verdad. La mujer de 25 u 80 años no tiene mucho que ver con la criatura que era en la cuna. ¿Pero cuál era su noción de una mujer “hecha” y...“derecha”? Una mujer que decide serlo con, sin, o a pesar de sus dotes naturales femeninas. Una mujer que decide cómo va a construir su vida, sin tener en cuenta a los que la rodean, y sin tener que rendir cuentas a nadie. Una mujer que determina sus propios ideales y principios, y ve como perfectamente lícito el tenerse a sí misma como fin.

        Sin embargo, es una trayectoria con un desenlace de tragedia de mayor o menor grado: una mujer menos que derecha si no completamente deshecha. De hecho, la misma autora describe el fracaso de su vida en su libro “La mujer rota” (1969). En muchos casos así no es por falta de metas claras: una figura de modelo, un salario monumental, la sensación embriagadora de ser para muchos hombres el premio buscado e inalcanzable. Tampoco carecen de la voluntad (o el amor propio) para perseguirlas a precio de sacrificios físicos y vacíos afectivos, día tras día, año tras año. ¿Entonces, por qué hay mujeres que al hacer un balance de sus anhelos y sus conquistas, se encuentran insatisfechas?

        Si quieres subir una escalera para alcanzar un objeto, vale la pena asegurar que los pies estén bien puestos, y que el otro extremo se apoye contra el muro correcto. Es lo mismo en la empresa de “hacer” a la mujer: en primer lugar, es esencial asegurar el punto de partida.

Todo lo que se puede construir

        La mujer acabada no nace, es cierto. Pero sí nace la niñita, ese ser humano con sus limitaciones y su rico potencial irrepetible. También es innegablemente femenina. Cada célula de su cuerpo dice que “es mujer”. La constitución física, afectiva, y cognitiva de esta persona lleva el sello de la feminidad aunque sea muy difícil delimitar de manera generalizada las cualidades exclusivas de “la mujer”.

        Esa niña crece, aparece la adolescente... nace la mujer. A medida que avanza la vida, va aprendiendo, se descubre. Se ensanchan sus horizontes acerca de su mundo interior y del mundo en su entorno. Se encuentra capaz de salir al encuentro del otro. Al decidir anteponer a su comodidad las necesidades de los demás, ella misma da un paso adelante.

        Es más, precisamente en esta tendencia descubrimos el segundo requisito para desarrollar un carácter recto y atractivo. Una vez (o cada vez más) aceptada su naturaleza, tiene que apuntar todas sus potencias hacia ideales que la trascienden. Por ejemplo, es la que concibe como su misión comunicar la verdad a través de una carrera periodística. O la que se siente llamada a educar y formar a niños y jóvenes, sean sus hijos o sus alumnos. También es la estudiante leal que nunca tacha a sus amistades con chismes mezquinas.

        La mujer hecha y derecha es la que aprende a ponderar y responder a las alegrías y las tragedias propias y de la vida ajena. Es la mujer de palabra y acción constructivas cuando en el fuero interior hierven emociones de frustración o angustia. Es la que siempre sabe acoger con una sonrisa, a pesar de sentir ese “no sé qué me pasa”, o la que no hace tanto caso a sus propias lágrimas para atender al más dolido aunque no sepa qué decirle. Es la que no se desanima cuando encuentra que aún no es la mujer que quiere ser.

        La mujer plenamente hecha tiene que construirse derecha, fuerte, entregada. Sobre todo, para hacerse, tiene que hacerse para algo y alguien más. Esa es la mujer que necesita el mundo de hoy.