Alegría ¿Dónde estás?
El anhelo por alcanzar la alegría sigue escrito en el corazón del hombre con signos indelebles, pero se nos invita a buscarla donde el corazón no la puede encontrar: en el ambiente exterior, como si el cúmulo de luces o de adornos, pudieran cambiar el estado interior del alma. “Hay quienes dan con alegría, y esa alegría es su premio” ¿Por qué no ganarlo todos los días?
Nieves García
La mar de sencillo

        Si se observa cualquier reunión humana, es muy típico detectar que siempre hay una personalidad más relevante que las demás, alrededor de la cuál se centra la atención. En los grupos juveniles o infantiles la atención la suele acaparar no el más sabio, ni el más inteligente, sino la personalidad que más alegría irradia. El rostro sinceramente alegre parece que produce un efecto imán en los jóvenes y en los niños. ¿Por qué?

        El niño se expresa como es, y manifiesta su tendencia natural a buscar la alegría, la bondad y el amor. El ser humano es un ser para el amor y el amor refleja en diferentes tonos como los colores de un prisma cuando la luz blanca lo atraviesa. La alegría es uno de los reflejos del amor genuino.

Algo más del amor

        Si la alegría produce tal efecto de liderazgo ¿Por qué no se promueve más en los cursos de capacitación profesional? Está comprobado que vende más el dependiente que con mayor amabilidad y alegría trata a sus clientes, además esta persona suele tener más éxito en sus relaciones humanas y posiblemente menos problemas en su vida familiar. Si con una receta tan sencilla se puede simplificar de tal manera la vida ¿Por qué es tan difícil conquistar la alegría?

        “No es oro todo lo que reluce” La alegría genuina se caracteriza por tres rasgos: proviene del interior, ilumina, y es sencilla.

        En el interior del ser humano es donde se enfrenta la vida y se eligen las actitudes. Una vida llena de sentido es la que contesta cada mañana a la pregunta ¿Vale la pena el día de hoy?, con “SI” entusiasta, porque responde pensando en un… alguien. El sentido de la vida se descubre cuando se ve el rostro feliz de aquel a quien se ama. Por ello la alegría proviene del interior, de la decisión personal de donarse a alguien. Y todos los que alguna vez han hecho la prueba, tiene que aceptar que el resultado es positivo. “Hay más alegría en dar que en recibir”

... y vida interior

        La alegría genuina ilumina el espacio humano que toca. La persona que la vive, irradia a su alrededor una forma nueva de ver los acontecimientos. La realidad no cambia, pero si los ojos con que se la ven.

        Hace seis años tuve la ocasión de conocer a una adolescente de 14 años a quien detectaron leucemia. En una carta que me escribía desde Estados Unidos donde fue internada, decía “El hospital es un lugar muy bonito, todas las paredes son blancas. Todo está muy limpio y es moderno. La habitación es preciosa, llena de luz y desde la cama veo las nubes. Las enfermeras son todas buenas y amables conmigo. He tenido mucha suerte con los médicos porque me lo paso muy bien con ellos. En la planta donde estoy hay muchos niños, y a veces podemos hablar, y es muy entretenido…” El resto del tono de la carta era semejante, pero ¿Desde cuando un hospital es un lugar muy bonito? ¿Cómo es posible que le hiciera ilusión solamente ver pasar las nubes? ¿Por qué todo el mundo era maravilloso para ella? Volví a leer, unos años más tarde, aquellas líneas, cuando Alejandra, que así se llamaba, ya había fallecido, y aprendí entonces que quien era maravillosa era ella, porque aunque murió pronto, aprendió la lección fundamental de la vida: vivió hacia fuera, olvidada de sí, e irradió por donde pasó la alegría que la envolvía.

Alegría y apariencias

        La tristeza, el negativismo y el egoísmo crean ambientes oscuros. La alegría agranda el espacio e invita a aventurarse en la esperanza. La alegría como la luz, no hace ruido, pero en su silencio transforma la realidad.

        Por último, la alegría viene siempre de la mano de la sencillez. Nada de montajes artificiales, de simular posturas para aparecer más de lo que uno es, ni de complicar las situaciones con novedades excéntricas. El espíritu alegre lo es porque se conoce tal cual es, se acepta y no se compara con los demás. Su felicidad no proviene del tener más o menos, sino de una decisión de querer “ser”, y valorarse a sí mismo por las decisiones que puede tomar, como la de amar más y amar mejor. Quien vive desde la perspectiva del amor descubre que la vida es muy sencilla.

        Las fiestas de Navidad tradicionalmente se han venido identificando con días de alegría, de paz y de amor. Pero últimamente se encuentra mucha alegría sucedánea, y pocas sonrisas sinceras. Alegría ¿Dónde estás?

Por extraño que parezca

        El anhelo por alcanzar la alegría sigue escrito en el corazón del hombre con signos indelebles, pero se nos invita a buscarla donde el corazón no la puede encontrar: en el ambiente exterior, como si el cúmulo de luces o de adornos, pudieran cambiar el estado interior del alma; en la acumulación de objetos materiales, en licores, en placeres de un momento… Quien cae en esas redes, cuando cree haberla conquistado, abre las manos y sólo encuentra en ellas lágrimas de su vacío interior, y una tristeza amarga, que se ocultará a los ojos ajenos, con una escandalosa carcajada para fingir satisfacción.

        La alegría es posible, y está alcance de todos, pero recordemos, la alegría genuina viene del interior, ilumina serenamente y se acompaña de la sencillez.

        Khalil Gibran escribió en un poema: “Hay quienes dan con alegría, y esa alegría es su premio” ¿Por qué no ganarlo todos los días?