"El mes de María, en el Año Eucarístico"

En el mes de mayo, la Iglesia se vuelca en alabanzas a la Virgen María. Ofrecemos unos textos de san Josemaría Escrivá sobre la Eucaristía y la Madre de Dios.

Textos escogidos de san Josemaría Escrivá
www.opusdei.org

 


Camino

        * La Virgen Dolorosa. Cuando la contemples, ve su Corazón: es una Madre con dos hijos, frente a frente: El... y tú. (Punto 506).

Forja

        * ¡Qué deuda la tuya con tu Padre–Dios! –Te ha dado el ser, la inteligencia, la voluntad...; te ha dado la gracia: el Espíritu Santo; Jesús, en la Hostia; la filiación divina; la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra; te ha dado la posibilidad de participar en la Santa Misa y te concede el perdón de tus pecados, ¡tantas veces su perdón!; te ha dado dones sin cuento, algunos extraordinarios...
        –Dime, hijo: ¿cómo has correspondido?, ¿cómo correspondes? (Punto 11).

        * Procura dar gracias a Jesús en la Eucaristía, cantando loores a Nuestra Señora, a la Virgen pura, la sin mancilla, la que trajo al mundo al Señor.
        –Y, con audacia de niño, atrévete a decir a Jesús: mi lindo Amor, ¡bendita sea la Madre que te trajo al mundo! De seguro que le agradas, y pondrá en tu alma más amor aún. (Punto 70).

        * No estás solo. –Ni tú ni yo podemos encontrarnos solos. Y menos, si vamos a Jesús por María, pues es una Madre que nunca nos abandonará. (Punto 249).

        * La Virgen. ¿Quién puede ser mejor Maestra de amor a Dios que esta Reina, que esta Señora, que esta Madre, que tiene la relación más íntima con la Trinidad: Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo, y que es a la vez Madre nuestra?
        –Acude personalmente a su intercesión. (Punto 555).

        * Ponte en coloquio con Santa María, y confíale: ¡oh, Señora!, para vivir el ideal que Dios ha metido en mi corazón, necesito volar... muy alto, ¡muy alto!
        No basta despegarte, con la ayuda divina, de las cosas de este mundo, sabiendo que son tierra. Más incluso: aunque el universo entero lo coloques en un montón bajo tus pies, para estar más cerca del Cielo..., ¡no basta!
        Necesitas volar, sin apoyarte en nada de aquí, pendiente de la voz y del soplo del Espíritu. –Pero, me dices, ¡mis alas están manchadas!: barro de años, sucio, pegadizo...
        Y te he insistido: acude a la Virgen. Señora –repíteselo–: ¡que apenas logro remontar el vuelo!, ¡que la tierra me atrae como un imán maldito! –Señora, Tú puedes hacer que mi alma se lance al vuelo definitivo y glorioso, que tiene su fin en el Corazón de Dios.
        –Confía, que Ella te escucha.(Punto 994).

Amar a la Iglesia

        * Agradezcamos, finalmente, todo lo que Dios Nuestro Señor nos concede, por el hecho maravilloso de que se nos entregue El mismo. ¡Que venga a nuestro pecho el Verbo encarnado!... ¡Que se encierre, en nuestra pequeñez, el que ha creado cielos y tierra!... La Virgen María fue concebida inmaculada para albergar en su seno a Cristo. Si la acción de la gracia ha de ser proporcional a la diferencia entre el don y los méritos, ¿no deberíamos convertir todo nuestro día en una Eucaristía continua? No os alejéis del templo apenas recibido el Santo Sacramento. ¿Tan importante es lo que os espera, que no podéis dedicar al Señor diez minutos para decirle gracias No seamos mezquinos. Amor con amor se paga. (Punto 48)