"El descanso y la vida interior"

Proponemos algunas consideraciones que san Josemaría Escrivá hizo en sus escritos sobre el descanso y el continuo caminar hacia Dios que debe procurar cada cristiano en su vida ordinaria.

Textos escogidos de san Josemaría Escrivá
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De Surco:

        La santidad, el verdadero afán por alcanzarla, no se toma pausas ni vacaciones (Punto 129).

        Siempre he entendido el descanso como apartamiento de lo contingente diario, nunca como días de ocio.
Descanso significa represar: acopiar fuerzas, ideales, planes... En pocas palabras: cambiar de ocupación, para volver después con nuevos bríos al quehacer habitual. (Punto 514)

        El Señor, después de enviar a sus discípulos a predicar, a su vuelta, los reúne y les invita a que vayan con El a un lugar solitario para descansar... ¡Qué cosas les preguntaría y les contaría Jesús! Pues... el Evangelio sigue siendo actual. (Punto 470)

De Amigos de Dios:

        Voy a proseguir este rato de charla ante el Señor, con una nota que utilicé años atrás, y que mantiene toda su actualidad. Recogí entonces unas consideraciones de Teresa de Ávila: ‘Todo es nada, y menos que nada, lo que se acaba y no contenta a Dios’. ¿Comprendéis por qué un alma deja de saborear la paz y la serenidad cuando se aleja de su fin, cuando se olvida de que Dios la ha creado para la santidad? Esforzaos para no perder nunca este punto de mira sobrenatural, tampoco a la hora de la distracción o del descanso, tan necesarios en la vida de cada uno como el trabajo. (Punto 10)

        Pensad que Dios ama apasionadamente a sus criaturas, y ¿cómo trabajará el burro si no se le da de comer, ni dispone de un tiempo para restaurar las fuerzas, o si se quebranta su vigor con excesivos palos? Tu cuerpo es como un borrico —un borrico fue el trono de Dios en Jerusalén— que te lleva a lomos por las veredas divinas de la tierra: hay que dominarlo para que no se aparte de las sendas de Dios, y animarle para que su trote sea todo lo alegre y brioso que cabe esperar de un jumento. (Punto 137)

        No existen fechas malas o inoportunas: todos los días son buenos, para servir a Dios. Sólo surgen las malas jornadas cuando el hombre las malogra con su ausencia de fe, con su pereza, con su desidia que le inclina a no trabajar con Dios, por Dios. ¡Alabaré al Señor, en cualquier ocasión! (Punto 52)