¡Cómo gusta a los
hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la
literatura, de la política, de la milicia, de la
Iglesia!...
—Canta ante la Virgen Inmaculada,
recordándole:
Dios te salve, María, hija de
Dios Padre: Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo:
Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu
Santo... ¡Más que tú, sólo
Dios!
Camino,
496
"Virgen Inmaculada, bien sé
que soy un pobre miserable, que no hago más que
aumentar todos los días el número de mis
pecados..." Me has dicho que así hablabas con Nuestra
Madre, el otro día.
Y te aconsejé, seguro, que
rezaras el Santo Rosario: ¡bendita monotonía de
avemarías que purifica la monotonía de tus
pecados!
Surco,
475
Cuando te veas con el corazón
seco, sin saber qué decir, acude con confianza a la
Virgen. Dile: Madre mía Inmaculada, intercede por
mí.
Si la invocas con fe, Ella te
hará gustar —en medio de esa sequedad— de la
cercanía de Dios.
Surco,
695
Virgen Inmaculada, ¡Madre!, no
me abandones: mira cómo se llena de lágrimas
mi pobre corazón. —¡No quiero ofender a mi
Dios!
—Ya sé, y pienso que no lo
olvidaré nunca, que no valgo nada:
¡cuánto me pesa mi poquedad, mi soledad! Pero...
no estoy solo: tú, Dulce Señora, y mi Padre
Dios no me dejáis.
Ante la rebelión de mi carne
y ante las razones diabólicas contra mi Fe, amo a
Jesús y creo: Amo y Creo.
Forja,
215
Me conmovió la súplica
encendida que salió de tus labios: "Dios mío:
sólo deseo ser agradable a tus ojos: todo lo
demás no me importa. —Madre Inmaculada, haz que me
mueva exclusivamente el Amor".
Forja,
1028
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