Del Pontificio Consejo para la Familia y del arzobispado de Valencia.
«El Espíritu Santo y la Iglesia»
Las catequesis, en nueve capítulos, tratan los grandes temas del Catecismo de la Iglesia Católica: «La familia, primera y principal transmisora de la fe»; «Dios Uno y Trino»; «La persona de Jesucristo, centro y síntesis de la fe cristiana»; «El Espíritu Santo y la Iglesia»; «Los sacramentos, momentos especiales para la transmisión de la fe»; «Los mandamientos de la Ley de Dios»; «El domingo: Eucaristía y otras expresiones»; «La piedad popular» y «La santísima Virgen María».
Ciudad del Vaticano/Valencia, 18 mayo 2006. (ZENIT.org).
Carmen Balmaseda
Ocio y tiempo libre: un reto para la familia
Ignasi Bofarull

Catequesis cuarta
EL ESPÍRITU SANTO Y LA IGLESIA

1. Canto Inicial.

2. Oración del Padrenuestro.

3. Lectura bíblica:

Hechos 2, 1-12

4. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia:

1. Una vez realizada la obra de la redención, el Padre envió al Espíritu Santo el día de Pentecostés para santificar a los creyentes y darles acceso al Él por medio de Cristo en un mismo Espíritu. El Espíritu Santo habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo, y en ellos obra y da testimonio de su adopción como hijos del Padre.

2. Guía a la Iglesia a la verdad plena, la gobierna con diversos dones y la embellece con sus frutos; con la fuerza del Evangelio, la rejuvenece y conduce a la unidad consumada con Cristo, su Esposo. Y así toda la Iglesia aparece como un Pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La condición de este Pueblo es la dignidad y libertad de los hijos de Dios; tiene por ley el nuevo mandato de amar como Cristo nos amó y como fin dilatar el reino de Dios; está destinado a todos los hombres y aunque, con frecuencia, parezca una pequeña grey, es un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano.

3. El Espíritu Santo prepara a los hombres; les previene con su gracia para atraerlos hacia Cristo; les manifiesta al Señor Resucitado; abre su mente para entender su muerte y su resurrección; les recuerda la Palabra; da a los lectores y oyentes, según las disposiciones interiores, la inteligencia espiritual de la misma; y les hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía, con el fin de reconciliarlos, conducirlos a la comunión con Dios y hacer que den fruto abundante.

4. Además, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque no sabemos pedir como conviene, e intercede por nosotros con gemidos inefables. Su gracia suscita en nosotros la fe, la conversión del corazón y la adhesión a la voluntad del Padre.

5. Los padres transmiten a sus hijos la fe en el Espíritu Santo desde los primero momentos de su existencia cuando viven según el Espíritu. En el momento en que los hijos son capaces de entender, además de la coherencia de vida, se requiere una explicación adecuada. Momentos fundamentales de la misma son: la preparación y celebración de los sacramentos de la Iniciación Cristiana, especialmente el de la Confirmación; la escucha de la Palabra de Dios y la reflexión sobre sus exigencias y la participación en la vida sacramental de la Iglesia. También es un momento especialmente eficaz ayudarles a traducir a la vida ordinaria las exigencias de su incorporación a Cristo y a que se interesen en trasmitir a sus amigos y coetáneos la alegría del mensaje de Jesús.

5. Reflexión del que dirige.

6. Diálogo:

—¿Se puede decir que el Espíritu es conocido por las familias cristianas? ¿En qué se manifiesta este conocimiento?

—¿Cuáles son las principales funciones que desempeña el Espíritu Santo en la Iglesia y en la familia "Iglesia doméstica"?

—¿Qué papel desempeña el Espíritu Santo en los sacramentos de la Iniciación Cristiana: Bautismo, Confirmación y Primera Eucaristía y cómo descubrírselo a los hijos?

7. Compromisos.

8. Oración del Ave María e invocación:

Regina familiae. Ora pro nobis.

9. Oración por la familia:

Dios todopoderoso y eterno que enviaste tu Espíritu a los Apóstoles: derrama también sobre nosotros este Espíritu de amor, para que demos siempre fiel testimonio de aquel amor que has querido que fuera el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

10. Canto final.


© Pontificio Consejo para la Familia y Arzobispado de Valencia 2005