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Ciudad del Vaticano, 27 de febrero de 2005. |
Comprender mejor el valor del sufrimiento |
El Santo Padre no está con nosotros, pero nos sigue desde el Gemelli, ofrece sus oraciones y sus sufrimientos por nosotros y por el mundo. Y nosotros, desde su plaza, unidos a él con nuestro gran afecto, rezamos con él y por él. Este es el mensaje que Su Santidad me ha pedido que os lea. 1.
Queridos hermanos y hermanas: 2. El clima penitencial de la Cuaresma, que estamos viviendo, nos ayuda a comprender mejor también el valor del sufrimiento que, de una manera u otra nos afecta a todos nosotros. Mirando a Cristo y siguiéndole con paciente confianza logramos comprender cómo toda forma de dolor humano encierra en sí una promesa divina de salvación y de alegría. Quisiera que este mensaje de consuelo y de esperanza llegara a todos, en especial a quien atraviesa momentos difíciles, a quien sufre en el cuerpo y en el espíritu. 3. Renuevo mi entrega a María, Madre de la Iglesia: «Totus tuus!». Que ella nos ayude en todo momento de la vida a cumplir la voluntad de Dios. Que llegue a todos mi paterna bendición. |
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