El Santo Padre siguió el acontecimiento desde el Policlínico Agostino Gemelli

Palabras que el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, leyó en nombre de Juan Pablo II este domingo a mediodía antes de rezar la oración mariana del Ángelus a un lado del atrio de la Basílica vaticana, ante los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

Ciudad del Vaticano, 27 de febrero de 2005.

Comprender mejor el valor del sufrimiento

        El Santo Padre siguió el acontecimiento desde el Policlínico Agostino Gemelli de Roma y, tras la bendición impartida en su nombre por el arzobispo Sandri, se asomó a la ventana de su habitación para saludar a los congregados en torno al hospital.

        El Santo Padre no está con nosotros, pero nos sigue desde el Gemelli, ofrece sus oraciones y sus sufrimientos por nosotros y por el mundo. Y nosotros, desde su plaza, unidos a él con nuestro gran afecto, rezamos con él y por él.

        Este es el mensaje que Su Santidad me ha pedido que os lea.

        1. Queridos hermanos y hermanas:
Una vez más me dirijo a vosotros desde el Policlínico Agostino Gemelli. Os doy las gracias con afecto y siento que todos estáis a mi lado espiritualmente. Pienso en vosotros, los que estáis reunidos en la plaza de San Pedro, ya sea individualmente o en grupos, y en todos los que desde todas las partes del mundo se interesan por mí. Os pido que sigáis acompañándome sobre todo con vuestra oración.

        2. El clima penitencial de la Cuaresma, que estamos viviendo, nos ayuda a comprender mejor también el valor del sufrimiento que, de una manera u otra nos afecta a todos nosotros. Mirando a Cristo y siguiéndole con paciente confianza logramos comprender cómo toda forma de dolor humano encierra en sí una promesa divina de salvación y de alegría. Quisiera que este mensaje de consuelo y de esperanza llegara a todos, en especial a quien atraviesa momentos difíciles, a quien sufre en el cuerpo y en el espíritu.

        3. Renuevo mi entrega a María, Madre de la Iglesia: «Totus tuus!». Que ella nos ayude en todo momento de la vida a cumplir la voluntad de Dios. Que llegue a todos mi paterna bendición.