Entrevista con el enviado del Papal. «La
fe en la Eucaristía es garantía de futuro»
GUADALAJARA, miércoles, 6 octubre 2004 (ZENIT.org-El Observador) |
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Hay una serie de problemas comunes, pero también hemos constatado que hay fe. La fe en la Eucaristía es garantía de futuro. Hemos comprobado que donde hay Eucaristía hay, también, esperanza: no hay guerra, no hay violencia, porque la Eucaristía es la experiencia máxima del Amor. Es Dios que ama al hombre con el corazón de un hombre. Eso transforma una realidad completa.
Por supuesto que hay problemas, sobre todo en Europa, en particular los derivados del «privatismo» y del secularismo. Pero también se dan encuentros como éste que están promoviendo en el mundo ulteriores desarrollos de la doctrina teológica sobre la Eucaristía; espacios para continuar la reflexión que permiten descubrir que la Eucaristía no es sólo para la Iglesia, es para la humanidad.
Hay un proceso de secularización radical. No hay más ateos que en el pasado, más ateos militantes, quiero decir. En el pasado había más claridad. Se decía: Dios no existe y nada más. Ahora hay gente que no se plantea si hay o no hay Dios: Dios es una categoría que queda completamente fuera de mi vida. Estamos viendo un «privatismo» que consiste en la marginalización de Dios, de la religión, de la fe.
La fe en la Eucaristía no es una fe fácil. No se puede utilizar el criterio del conocimiento por contacto o la experiencia de la Presencia. Es pura fe. Por ello les decía que la Eucaristía es el banco de pruebas de la fe, de nuestra fe. Si no hay fe en la Eucaristía es porque te falta una aproximación al misterio de la fe.
Ahora se combaten los valores cristianos sin saber que son valores plenamente humanos. Lo ha dicho el Santo Padre: lo auténticamente cristiano es, también, lo auténticamente humano. Hoy mismo, la Iglesia es la única institución que defiende los valores del hombre. Lo hace consciente de que defender los valores de Dios es defender los valores del hombre.
La crisis consiste, más bien, en el rechazo a la Iglesia, porque cuando el hombre rechaza a Dios, también se rechaza al hombre. Pero el hombre no religioso siente necesidad de trascender. El hombre no se salva a sí mismo. El vacío que a muchos toca hoy en sus corazones, ¿cómo pueden llenarlo? Esta es la tarea de la Iglesia y de la catequesis. |
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