Palabras del pontífice en su encuentro dominical con los peregrinos, 2 diciembre 2001
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Nos recuerda la Iglesia que estamos en camino |
¡Queridos hermanos y hermanas! 1. Con este primer domingo de Adviento comienza un nuevo año litúrgico. La Iglesia retoma su camino y nos invita a reflexionar más intensamente en el misterio de Cristo, misterio siempre nuevo que el tiempo no puede agotar. Cristo es la alfa y la omega, el principio y el fin. Gracias a Él, la historia de la humanidad avanza como una peregrinación hacia el cumplimiento del Reino, que él mismo inauguró con su encarnación y su victoria sobre el pecado y la muerte. |
Vivir en una esperanzada vigilancia |
Por eso, Adviento es sinónimo de esperanza: no es la espera vana de un dios sin rostro, sino la confianza concreta y cierta del regreso de Aquél que ya nos ha visitado, del "Esposo" que con su sangre ha sellado con la humanidad y pacto de eterna alianza. Es una esperanza que estimula la vigilancia, virtud característica de este singular tiempo litúrgico. Vigilancia en la oración, alentada por una expectativa amorosa; vigilancia en el dinamismo de la caridad concreta, consciente de que el Reino de Dios se acerca allí donde los hombres aprenden a vivir como hermanos. |
Fundamentos en la Gracia de Dios |
2. Con estos sentimientos, la comunidad cristiana entra en Adviento, manteniendo vigilante el espíritu para recibir mejor el mensaje de la Palabra de Dios. Resuena hoy en la liturgia el famoso y estupendo oráculo del profeta Isaías, pronunciado en un momento de crisis en la historia de Israel: "Al final de los tiempos dice el Señor el monte de la Casa del Señor será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones... Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra" (Isaías 2, 1-5). |
Por el ayuno a la paz | Estas palabras contienen una promesa de paz más actual que nunca para la humanidad y, en particular, para Tierra Santa, desde donde también hoy llegan noticias dolorosas y preocupantes. Que estas palabras del profeta Isaías inspiren la mente y el corazón de los creyentes y de todos los hombres de buena voluntad para que el día de ayuno el 14 de diciembre de este mes y el encuentro de los representantes de las religiones del mundo en Asís el 24 de enero próximo ayuden a crear en el mundo un clima más distendido y solidario. |
Invocando a María en la proximidad de la Inmaculada |
3. Confío esta invocación de paz a María, Virgen vigilante y Madre de la esperanza. Dentro de unos días celebraremos con fe renovada la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Que ella nos guíe en este camino, ayudando a cada hombre y cada nación a dirigir la mirada hacia "el monte del Señor", imagen del triunfo definitivo de Cristo y de la venida de su Reino de paz. |