CAPÍTULO
IV Pbro. Dr. Raúl Lanzetti www.iglesia.org |
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Ida
y vuelta a Jerusalén Se dirige en primer lugar hacia Naim la actual Nein, visible desde Nazaret acompañado por sus discípulos y una gran muchedumbre. Al pasar por esta localidad lleva a cabo la resurrección del hijo de la viuda (Lc 7, 11-17). A continuación entra en la Samaría, en una de cuyas aldeas los samaritanos le niegan hospitalidad (Lc 9, 52-56). Un discípulo se ofrece a seguirlo de modo permanente, y el Señor le hace presente la exigencia de no mirar atrás (Lc 9, 61). Luego da instrucciones y envía a los discípulos en misión (Mt 9, 36 - 10, 16; Lc 10, 1-11.16; cf Mc 6, 8-11; Lc 9, 3-5). Siendo la primera, esta misión tuvo un carácter preparatorio; es decir, era la avanzada de lo que luego realizaría el Señor en esos mismos lugares. Después de un tiempo llega a otra aldea fronteriza, donde recibe a los enviados de Juan el Bautista (Mt 11, 2-19; Lc 7, 18-35), y profiere el llamado ¡ay de las ciudades impenitentes! (Mt 11, 20-24; Lc 10, 13-15). Jesús se quedó esperando a los discípulos por estos parajes. Algunos días después entusiasmados regresan los discípulos de su misión (Mt 11, 25-30; Lc 10, 17-24). Es conmovedora la oración de agradecimiento a Dios Padre por parte del Señor. Jesús prosigue su propia labor (Mt 11, 1). Se dirigió a aquellas localidades visitadas previamente por los discípulos. Ya en Judea, y al pasar por la antigua ciudad de Jericó enseña la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37). Llega después a Betania, donde tiene lugar el episodio de Marta y María, el unum necessarium (Lc 10, 38-42). Estando ya en Jerusalén Jesús realiza la curación del paralítico de Betzatá (Jn 5, 2-13). Y en el Monte de los Olivos enseña a los discípulos varios temas sobre la oración: el Padrenuestro (Lc 11, 1-4), la parábola del amigo importuno (Lc 11, 5-8) y la eficacia de la oración (Lc 11, 9-13). Durante este lapso de tiempo pudo tener lugar el perdón de la pecadora en casa de Simón el fariseo (Lc 7, 36-50). Jesús regresa después a Galilea. Iba evangelizando, acompañado más de cerca por los Doce y algunas mujeres que lo seguían de forma permanente (Lc 8, 1-3). Yendo hacia Cafarnaún, al dirigirse un sábado hacia la sinagoga de una determinada aldea, tiene lugar el episodio de las espigas arrancadas (Mt 12, 1-8; Mc 2, 23-28; Lc 6, 1-5); y luego, ya en la sinagoga, la curación del hombre de la mano paralizada (Mt 12, 9-21; Mc 3, 1-6; Lc 6, 6-11). Esta última provocó una reacción durísima por parte de los fariseos y los herodianos. Hasta el momento sólo se habían producido algunas fricciones con estas personas, pero sin mayores consecuencias. A partir de ahora subirá el tono de las acusaciones. La enemistad hacia Jesús se irá haciendo cada vez más abierta y declarada. La llegada de Jesús a Cafarnaún era esperada con ansia por una marea de gente (Mc 3, 20). Especialmente lo aguardaban sus parientes. Habían venido a buscarlo porque pensaron que Jesús se había vuelto loco (Mc 3, 21). María los llevó hasta Jesús, pero no quiso interrumpirlo. El Señor estaba en casa respondiendo a la más terrible de las acusaciones que se le habrían podido hacer: la acusación de poder satánico (Mt 12, 22-37; Mc 3, 22-30; Lc 11, 14-15.17-26). Además, otros habían hecho la petición de un signo del cielo, algo espectacular en la atmósfera (Mt 12, 38-45; Lc 11, 16.29-36). Al ver a la Virgen afuera, una de las mujeres que estaban escuchando al Señor hizo en alta voz el elogio de María, con el consiguiente contrapunto de Jesús (Lc 11, 27-28). Al final le dicen al Señor que lo buscaban sus parientes; y explica entonces el verdadero parentesco de Jesús (Mt 12, 46-50; Mc 3, 31-35; Lc 8, 19-21). Los
grandes discursos de Jesús La multitud que lo había estado aguardando en Cafarnaún se situó en la playa, a orillas del Lago de Genesaret. Desde la barca de Pedro el Señor les dirigió el sermón de las parábolas (Mt 13, 1-53; Mc 3, 7-12; 4, 1-34; Lc 5, 1-3; 8, 4-18). Y enseguida Jesús realiza la pesca milagrosa (Lc 5, 4-11). A continuación tiene lugar en un monte la oración nocturna del Señor (Lc 6, 12); y al llegar el día hace la formal elección e institución de los Doce entre sus discípulos (Mc 3, 13-19; Lc 6, 13-16). Acto seguido da comienzo a su célebre sermón del monte (Mt 4, 24 7, 29; Lc 6, 17-49), dirigido a un gran número de discípulos en presencia de la multitud que se había aglomerado en el lugar. Al terminar entra de nuevo en Cafarnaún (Mt 8, 1; Lc 7, 1). |
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