El nuevo año pide concretos «gestos de paz»

Intervención de Juan Pablo II en la audiencia general que ofreció este 1 de enero Juan Pablo II desde la ventana de su estudio, antes de rezar la oración mariana del «Angelus» tras haber celebrado la misa de la Jornada Mundial de la Paz.

Ciudad el Vaticano, 1 enero 2003 (ZENIT.org)

Confianza en Dios que salva         1. Al inicio del nuevo año, elevamos al Señor nuestro sentido agradecimiento por este tiempo «nuevo», donde de su amor misericordioso, que comienza en el nombre de Jesús y de su virgen Madre, María. Hoy, de hecho, ocho días después de la solemnidad de la Navidad, se celebra la fiesta de la maternidad divina de la Virgen y el Evangelio recuerda que al Niño nacido en la cueva de Belén «se le puso el nombre de Jesús» que significa «Dios salva».

        ¡Sí! El mundo sólo puede esperar del Señor la salvación. Sólo Cristo conoce hasta el fondo el corazón del hombre: al acoger la fuerza de su gracia cada uno puede realizarse plenamente a sí mismo.

40 aniversario de la «Pacem in terris»

        2. Apoyados en esta convicción, los creyentes no pierden la esperanza, incluso cuando se multiplican los obstáculos y los atentados a la paz. Hace cuarenta años, en un contexto de graves amenazas para la seguridad mundial, el beato Juan XXIII publicaba, con gran valentía, la encíclica «Pacem in terris».

        He querido hacer referencia a este significativo evento en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de hoy. Hoy como entonces he pedido a cada uno que ofrezca su propia contribución para promover y realizar la paz, mediante opciones generosas de comprensión recíproca, de reconciliación, de perdón y de atención concreta al necesitado. Se necesitan concretos «gestos de paz» en las familias, en los lugares de trabajo, en las comunidades, en el conjunto de la vida civil, en los encuentros sociales nacionales e internacionales. Sobre todo, no hay que dejar nunca de rezar por la paz.

        ¿Cómo es posible no expresar de nuevo el deseo de que los responsables hagan todo lo posible para encontrar soluciones pacíficas a las muchas tensiones que tienen lugar en el mundo, en particular en Oriente Medio, evitando ulteriores sufrimientos a las poblaciones que ya han sufrido tanto? ¡Que prevalezcan la solidaridad humana y el derecho!

María es Madre de todo ser humano         3. Queridos hermanos y hermanas, confiemos esta petición incesante a María, que hoy veneramos con la bella advocación de Madre de Dios. Escogida para ser la Madre del Salvador, bajo la Cruz se convirtió en Madre de todo el ser humano.

        Que ella alcance para nosotros un año sereno, provechoso, durante el que se multipliquen «gestos de paz» que tengan siempre el carácter de la profecía, es decir la humildad de quien no se exhibe a sí mismo, sino que proclama el gran ideal de la paz (Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 9).