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Buen día. Antes de todo tengo que decir que me sentí muy impresionado y compartí el dolor de algunos de ustedes y de todo el presbiterio, por las acusaciones hechas contra un grupo de ustedes, he hablado con algunos de ustedes que fueron acusados y vi el dolor de estas heridas injustas. Una locura, y quiero decirlo públicamente que estoy cerca del presbiterio, porque no son 8 o 15, sino es todo el presbiterio en la persona de estos 7, 8 o 15. También quiero pedirles disculpas no tanto como obispo vuestro, pero como encargado del servicio diplomático del Papa, porque uno de los acusadores es del servicio diplomático, pero esto no fue olvidado y se estudia el problema, porque esta persona sea alejada de allí, se está buscando la vía. Es un acto grave de injusticia y les pido perdón por esto también. Cuando junto al cardenal vicario hemos pensado a este encuentro, le dije que habría podido hacer una meditación sobre el tema de la misericordia. Al inicio de la Cuaresma reflexionar juntos, como sacerdotes, sobre la misericordia nos hace bien. Todos nosotros tenemos necesidad y también los fieles, porque como pastores tenemos que darles tanta misericordia, tanta. La estrofa del
Evangelio de Mateo que hemos escuchado nos hace dirigir la mirada a
Jesús que camina por la ciudad y los pueblos. Esto es curioso,
¿cuál es el lugar en donde se podía encontrar a
Jesús con más frecuencia, con más facilidad? En
las calles, podría parecer un 'sin techo' porque siempre en la
calle, la vida de Jesús era por la calle. Por tanto, comprendemos
que nosotros no estamos aquí para hacer un bonito ejercicio espiritual
al inicio de la Cuaresma, sino para escuchar la voz del Espíritu
que habla a toda la Iglesia en este nuestro tiempo, que es precisamente
el tiempo de la misericordia. También en este tiempo estoy seguro,
y no solamente en la cuaresma, nosotros estamos viviendo un tiempo de
la misericordia. Desde hace treinta años o más hasta ahora. Aquí especifica en el 2000 pero en su corazón maduraba desde hacia tiempo, en su oración, toda esta intuición. Hoy olvidamos todo demasiado rápido, ¡también el Magisterio de la Iglesia! En parte es inevitable, pero los grandes contenidos, las grandes intuiciones y las indicaciones dejadas al Pueblo de Dios no podemos olvidarlas. Y la de la divina misericordia es una de estas. Es una indicación que él nos ha dado. Está en nosotros como ministros de la Iglesia, tener vivo este mensaje sobre todo en la predicación en los gestos, en los signos, en las elecciones pastorales, y por ejemplo la elección de restituir prioridad al sacramento de la reconciliación, y al mismo tiempo a las obras de misericordia. Reconciliar, hacer la paz, con el sacramento, con las palabras pero también con las obras de misericordia. ¿Qué
significa misericordia para los sacerdotes? Este es un criterio pastoral que quisiera subrayar mucho, la cercanía, la proximidad. Es el servicio, pero la proximidad, la cercanía. Quien se encuentre herido en la propia vida, en cualquier modo, puede encontrar en él atención y escucha... En particular el sacerdote demuestra entrañas de misericordia en el administrar el sacramento de la reconciliación; lo demuestra en toda su actitud, en la forma de acoger, de escuchar, de aconsejar, de absolver... Pero esto deriva de como él mismo vive el sacramento en primera persona, de como se deja abrazar por Dios Padre en la confesión, y permanecer dentro de este abrazo... Si uno vive esto sobre él en el propio corazón, puede también donarlo a los otros en el ministerio. Yo os dejo una pregunta: ¿cómo me confieso, me dejo abrazar? Me viene a la mente un gran sacerdote de Buenos Aires, tiene algunos años menos que yo, un gran confesor, tenía siempre cola. Los sacerdotes, la mayoría van confesarse con él, un gran confesor. Una vez vino donde mí, "'tengo un poco' de escrúpulo porque perdono, yo sé que perdono mucho", y hemos hablado de la misericordia, y a un cierto punto me ha dicho: "tú sabes que cuando siento fuerte este escrúpulo después voy a la capilla delante del tabernáculo y digo, tú tienes la culpa porque me has dado un mal ejemplo, y me voy tranquilo". Es una bella oración, es la misericordia. Y si uno en la confesión vive esto sobre él en el propio corazón lo puede dar a los otros. El sacerdote está llamado a aprender esto, a tener un corazón que se conmueve. Los sacerdotes, me permito la palabra, "asépticos" no ayudan a la Iglesia, los sacerdotes "de laboratorio". La Iglesia hoy podemos pensarla como un "hospital de campo", perdonadme si lo repito pero lo veo así, lo siento así, es necesario curar las heridas. Hay mucha gente herida, por los problemas materiales, por los escándalos, también en la Iglesia... Gente herida de las ilusiones del mundo... Nosotros sacerdotes debemos estar allí, cerca a esta gente. Misericordia significa antes que nada curar las heridas. Cuando uno está herido, necesita en seguida esto, no los análisis; como el nivel de colesterol, el azúcar en sangre, primero la herida, después se harán las curas especializadas, pero primero se deben curar las heridas abiertas. Para mí en este momento es muy importante, también las heridas escondidas ¿eh? porque hay gente que se aleja por no dejar ver las heridas escondidas. Y me viene a la mente la costumbre por la ley mosaica, los leprosos en la época de Jesús que eran siempre alejados. Sientes que se alejan por vergüenza, y se alejan quizá un poco con la cara torcida contra la Iglesia. Pero en fondo, dentro está la herida, quieren una caricia y vosotros queridos hermanos, os pregunto, ¿conocéis las heridas de vuestros parroquianos? ¿Las intuís, estáis cerca de ellos? Es la única pregunta. Misericordia significa: ni manga ancha ni rigidez. Volvemos al sacramento de la reconciliación. Nos sucede a menudo a nosotros sacerdotes, escuchar experiencias de nuestros fieles que nos cuentan que han encontrado en la confesión a un sacerdote muy "estrecho", o muy "largo", laxista o rigorista. Esto no va bien. Que entre los confesores
haya diferencias de estilos es normal, pero estas diferencias no pueden
afectar a la sustancia, es decir, la sana doctrina moral y la misericordia.
Ni el laxista ni el rigorista da testimonio de Jesucristo, porque ni
el uno ni el otro se hace cargo de la persona que encuentra. El rigorista
se lava las manos... De hecho la ata a la ley entendida de forma fría
y rígida; el laxista se lava las manos, solo aparentemente es
misericordioso, pero en realidad no se toma en serio el problema de
esa conciencia, minimizando el pecado. La verdadera misericordia se
hace cargo de la persona, la escucha atentamente, lo enfoca con respeto
y con verdad a la situación, y la acompaña en el camino
de la reconciliación. Y esto es cansando sí, realmente.
El sacerdote realmente misericordioso se comporta como el Buen Samaritano...
pero ¿por qué lo hace? Porque su corazón es capaz
de compasión, ¡es el corazón de Cristo! Pero ¿cuántos
de nosotros lloramos delante del sufrimiento de un niño, delante
de la destrucción de una familia, delante de tanta gente que
no encuentra el camino? A mí me hace bien algunas veces leer la lista sobre la cuál seré juzgado, que es Mateo 25. Estas son las cosas que me han venido a la mente para compartir con vosotros. Un poco 'a la buena' como me han venido. En Buenos Aires,
hablo de otro sacerdote que era un confesor famoso, este era sacramentino,
casi todo el clero se confesaba con él. Una de las dos veces
que fue Juan Pablo II pidió un confesor y fue él. Era
anciano, muy anciano, fue el provincial de su orden, profesor, pero
siempre confesor. Tenía siempre cola en la Iglesia del Santísimo
Sacramento. En aquel tiempo yo era vicario general y vivía en
la curia. Cada mañana pronto bajaba al fax para ver si había
algo. Era una mañana de Pascua cuando leí el fax del superior
de la comunidad: ayer, antes de la vigilia de Pascua falleció
el padre Aristi, el funeral será tal día. Y después de la oración ha añadido: Y rezad por mí, por favor, no lo olvidéis. | |
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