El Papa a los nuevos cardenales: La Iglesia necesita vuestro valor para anunciar el evangelio
Texto de la homilía del Santo Padre en el Consistorio para la creación de nuevos cardenales.
Ciudad del Vaticano, 22 de febrero de 2014.
En Él solo la esperanza
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Francisco, nuevo Papa
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De Benedicto a Francisco. El cónclave del cambio
Paloma Gómez Borrero
Mente abierta corazón creyente
Jorge M. Bergoglio

        Tambie´n en este momento Jesu´s camina delante de nosotros. E´l siempre esta´ por delante de nosotros. E´l nos precede y nos abre el camino... Y esta es nuestra confianza y nuestra alegri´a: ser disci´pulos suyos, estar con É´l, caminar tras É´l, seguirlo...

        Cuando con los cardenales hemos concelebrado juntos la primera Misa en la Capilla Sixtina, «caminar» ha sido la primera palabra que el Sen~or nos ha propuesto: caminar, y despue´s construir y confesar.

        Hoy vuelve esta palabra, pero como un acto, como una accio´n de Jesu´s que continu´a: «Jesu´s caminaba...».Nos llama la atencio´n esto en los evangelios: Jesu´s camina mucho e instruye a los suyos a lo largo del camino. Esto es importante. Jesu´s no ha venido a ensen~ar una filosofi´a, una ideologi´a..., sino una «vi´a», una senda para recorrerla con e´l, y la senda se aprende hacie´ndola, caminando. Si´, queridos hermanos, esta es nuestra alegri´a: caminar con Jesu´s.

        Pero esto no es fa´cil, no es co´modo, porque la vi´a escogida por Jesu´s es la vi´a de la cruz. Mientras van de camino, e´l habla a sus disci´pulos de lo que le sucedera´ en Jerusale´n: anuncia su pasio´n, muerte y resurreccio´n. Y ellos se quedan «sorprendidos» y «asustados». Sorprendidos, cierto, porque para ellos subir a Jerusale´n significaba participar en el triunfo del Mesi´as, en su victoria, como se ve luego en la peticio´n de Santiago y Juan; y asustados por lo que Jesu´s habri´a tenido que sufrir, y que tambie´n ellos corri´an el riesgo de padecer.

        A diferencia de los disci´pulos de entonces, nosotros sabemos que Jesu´s ha vencido, y no deberi´amos tener miedo de la cruz, sino que, ma´s bien, en la Cruz tenemos nuestra esperanza. No obstante, tambie´n nosotros somos humanos, pecadores, y estamos expuestos a la tentacio´n de pensar segu´n el modo de los hombres y no de Dios.

        Y cuando se piensa de modo mundano, ¿cua´l es la consecuencia? Dice el Evangelio «Los otros diez se indignaron contra Santiago y Juan». Ellos se indignaron. Si prevalece la mentalidad del mundo, surgen las rivalidades, las envidias, los bandos...

        Asi´, pues, esta palabra que hoy nos dirige el Sen~or es muy saludable. Nos purifica interiormente, proyecta luz en nuestra conciencia y nos ayuda a ponernos en plena sintoni´a con Jesu´s, y a hacerlo juntos, en el momento en que el Colegio de Cardenales se incrementa con el ingreso de nuevos miembros.

        «Llama´ndolos Jesu´s a si´...». He aqui´ el otro gesto del Sen~or. Durante el camino, se da cuenta de que necesita hablar a los Doce, se para y los llama a si´. Hermanos, dejemos que el Sen~or Jesu´s nos llame a si´. Deje´monos convocar por e´l. Y escuche´mosle con la alegri´a de acoger juntos su palabra, de dejarnos ensen~ar por ella y por el Espi´ritu Santo, para ser cada vez ma´s un solo corazo´n y una sola alma en torno a e´l.

        Y mientras estamos asi´, convocados, «llamados a si´» por nuestro u´nico Maestro, tambie´n yo os digo lo que la Iglesia necesita: tiene necesidad de vosotros, de vuestra colaboracio´n y, antes de nada, de vuestra comunio´n, comunio´n conmigo y entre vosotros. La Iglesia necesita vuestro valor para anunciar el evangelio en toda ocasio´n, oportuna e inoportunamente, y para dar testimonio de la verdad. La Iglesia necesita vuestras oraciones, para apacentar bien la grey de Cristo, la oracio´n, no olvidemos, que, con el anuncio de la Palabra, es el primer deber del Obispo. La Iglesia necesita vuestra compasio´n sobre todo en estos momentos de dolor y sufrimiento en tantos pai´ses del mundo. Queremos expresar nuestra cercani´a espiritual a las comunidades eclesiales y a todos los cristianos que sufren discriminacio´n y persecucio´n. Debemos luchar contra toda discriminación. La Iglesia necesita que recemos por ellos, para que sean fuertes en la fe y sepan responder el mal con bien. Y que esta oracio´n se haga extensiva a todos los hombres y mujeres que padecen injusticia a causa de sus convicciones religiosas.

        La Iglesia tambie´n necesita de nosotros para que seamos hombres de paz construyamos la paz con nuestra obras, nuestros deseos, nuestras oraciones. Hacer la paz, artesanos de paz. Por ello imploramos la paz y la reconciliacio´n para los pueblos que en estos tiempos sufren la prueba de la violencia, de la exclusión y de la guerra.

        Gracias, queridos hermanos. Gracias. Caminemos juntos tras el Sen~or, y deje´monos convocar cada vez ma´s por e´l, en medio del Pueblo fiel, al santo Pueblo fiel de Dios, a la Santa Madre Iglesia.