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Tambie´n en este momento Jesu´s camina delante de nosotros. E´l siempre esta´ por delante de nosotros. E´l nos precede y nos abre el camino... Y esta es nuestra confianza y nuestra alegri´a: ser disci´pulos suyos, estar con É´l, caminar tras É´l, seguirlo... Cuando con los cardenales hemos concelebrado juntos la primera Misa en la Capilla Sixtina, «caminar» ha sido la primera palabra que el Sen~or nos ha propuesto: caminar, y despue´s construir y confesar. Hoy vuelve esta palabra, pero como un acto, como una accio´n de Jesu´s que continu´a: «Jesu´s caminaba...».Nos llama la atencio´n esto en los evangelios: Jesu´s camina mucho e instruye a los suyos a lo largo del camino. Esto es importante. Jesu´s no ha venido a ensen~ar una filosofi´a, una ideologi´a..., sino una «vi´a», una senda para recorrerla con e´l, y la senda se aprende hacie´ndola, caminando. Si´, queridos hermanos, esta es nuestra alegri´a: caminar con Jesu´s. Pero esto no es fa´cil, no es co´modo, porque la vi´a escogida por Jesu´s es la vi´a de la cruz. Mientras van de camino, e´l habla a sus disci´pulos de lo que le sucedera´ en Jerusale´n: anuncia su pasio´n, muerte y resurreccio´n. Y ellos se quedan «sorprendidos» y «asustados». Sorprendidos, cierto, porque para ellos subir a Jerusale´n significaba participar en el triunfo del Mesi´as, en su victoria, como se ve luego en la peticio´n de Santiago y Juan; y asustados por lo que Jesu´s habri´a tenido que sufrir, y que tambie´n ellos corri´an el riesgo de padecer. A diferencia de los disci´pulos de entonces, nosotros sabemos que Jesu´s ha vencido, y no deberi´amos tener miedo de la cruz, sino que, ma´s bien, en la Cruz tenemos nuestra esperanza. No obstante, tambie´n nosotros somos humanos, pecadores, y estamos expuestos a la tentacio´n de pensar segu´n el modo de los hombres y no de Dios. Y cuando se piensa de modo mundano, ¿cua´l es la consecuencia? Dice el Evangelio «Los otros diez se indignaron contra Santiago y Juan». Ellos se indignaron. Si prevalece la mentalidad del mundo, surgen las rivalidades, las envidias, los bandos... Asi´, pues, esta palabra que hoy nos dirige el Sen~or es muy saludable. Nos purifica interiormente, proyecta luz en nuestra conciencia y nos ayuda a ponernos en plena sintoni´a con Jesu´s, y a hacerlo juntos, en el momento en que el Colegio de Cardenales se incrementa con el ingreso de nuevos miembros. «Llama´ndolos Jesu´s a si´...». He aqui´ el otro gesto del Sen~or. Durante el camino, se da cuenta de que necesita hablar a los Doce, se para y los llama a si´. Hermanos, dejemos que el Sen~or Jesu´s nos llame a si´. Deje´monos convocar por e´l. Y escuche´mosle con la alegri´a de acoger juntos su palabra, de dejarnos ensen~ar por ella y por el Espi´ritu Santo, para ser cada vez ma´s un solo corazo´n y una sola alma en torno a e´l. Y mientras estamos asi´, convocados, «llamados a si´» por nuestro u´nico Maestro, tambie´n yo os digo lo que la Iglesia necesita: tiene necesidad de vosotros, de vuestra colaboracio´n y, antes de nada, de vuestra comunio´n, comunio´n conmigo y entre vosotros. La Iglesia necesita vuestro valor para anunciar el evangelio en toda ocasio´n, oportuna e inoportunamente, y para dar testimonio de la verdad. La Iglesia necesita vuestras oraciones, para apacentar bien la grey de Cristo, la oracio´n, no olvidemos, que, con el anuncio de la Palabra, es el primer deber del Obispo. La Iglesia necesita vuestra compasio´n sobre todo en estos momentos de dolor y sufrimiento en tantos pai´ses del mundo. Queremos expresar nuestra cercani´a espiritual a las comunidades eclesiales y a todos los cristianos que sufren discriminacio´n y persecucio´n. Debemos luchar contra toda discriminación. La Iglesia necesita que recemos por ellos, para que sean fuertes en la fe y sepan responder el mal con bien. Y que esta oracio´n se haga extensiva a todos los hombres y mujeres que padecen injusticia a causa de sus convicciones religiosas. La Iglesia tambie´n necesita de nosotros para que seamos hombres de paz construyamos la paz con nuestra obras, nuestros deseos, nuestras oraciones. Hacer la paz, artesanos de paz. Por ello imploramos la paz y la reconciliacio´n para los pueblos que en estos tiempos sufren la prueba de la violencia, de la exclusión y de la guerra. Gracias, queridos hermanos. Gracias. Caminemos juntos tras el Sen~or, y deje´monos convocar cada vez ma´s por e´l, en medio del Pueblo fiel, al santo Pueblo fiel de Dios, a la Santa Madre Iglesia. | |
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