'En la Comunicación la Iglesia debe llevar calor y encender el corazón'
En el mundo de la comunicación la Iglesia está llamada a transmitir calor y encender el corazón. Lo indicó esta mañana el santo padre Francisco a la plenaria del Pontificio Consejo de la Comunicación Social reunida tres días en Roma para entender los nuevos desafíos en este sector estratégico.
Ciudad del Vaticano, 21 de septiembre de 2013.
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Queridos hermanos y hermanas:

        Saludo a todos y les doy las gracias por el servicio que prestan en un campo tan importante como es el de la comunicación. Agradezco a Mons. Claudio Celli las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Quisiera compartir con ustedes algunas ideas:1. La primera: la importancia de la comunicación para la Iglesia. Este año se cumple el 50 aniversario de la aprobación del Decreto conciliar Inter mirifica. No se trata sólo de una conmemoración; ese documento expresa el interés de la Iglesia por la comunicación y por sus instrumentos, importantes también en una dimensión evangelizadora. En los últimos decenios los medios de comunicación se han desarrollado mucho, pero esta solicitud continúa, asumiendo nuevas sensibilidades y nuevas formas. El panorama comunicativo se ha convertido poco a poco para muchos en un “ambiente vital”, una red donde las personas se comunican, amplían el horizonte de sus contactos y de sus relaciones (cf. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales 2013). Subrayo, sobre todo, estos aspectos positivos, aunque todos somos conscientes de que también hay límites y elementos nocivos.2. En este contexto –y ésta es la segunda idea– nos tenemos que preguntar: ¿Qué papel tiene que desempeñar la Iglesia con sus medios operativos y comunicativos? En cualquier situación, más allá de la puramente tecnológica, creo que el objetivo ha de ser lograr inserirse en el diálogo con los hombres y mujeres de hoy, para comprender sus expectativas, sus dudas, sus esperanzas. Son hombres y mujeres a veces un poco desilusionados con un cristianismo que les parece estéril, que tiene dificultades precisamente para comunicar incisivamente el sentido profundo que da la fe. En efecto, precisamente hoy, en la era de la globalización, estamos asistiendo a un aumento de la desorientación, de la soledad; vemos difundirse la pérdida del sentido de la vida, la incapacidad para tener una “casa” de referencia, la dificultad para trabar relaciones profundas. Es importante, por eso, saber dialogar, entrando también, aunque no sin discernimiento, en los ambientes creados por las nuevas tecnologías, en las redes sociales, para hacer visible una presencia, una presencia que escucha, dialoga, anima. No tengan miedo de ser esa presencia, llevando consigo su identidad cristiana cuando se hacen ciudadanos de estos ambientes. ¡Una Iglesia que acompaña en el camino, sabe ponerse en camino con todos!3. Es un reto que afrontamos todos juntos, en este contexto de la comunicación, y la problemática no es principalmente tecnológica. Nos tenemos que preguntar –y ésta es la tercera idea–: ¿somos capaces, también en este campo, de llevar a Cristo, de llevar al encuentro con Cristo? ¿Somos capaces de comunicar el rostro de una Iglesia que es “casa” de todos? Se trata de hacer descubrir, también a través de los medios de comunicación social, además de en el encuentro personal, la belleza de todo lo que constituye el fundamento de nuestro camino y de nuestra vida, la belleza de la fe, del encuentro con Cristo. También en el contexto de la comunicación es necesario que la Iglesia consiga llevar calor, que enardezca los corazones. ¿Nuestra presencia, nuestras iniciativas responden a esta exigencia? Tenemos un tesoro precioso que transmitir, un tesoro que da luz y esperanza. ¡Son tan necesarias! Pero todo esto requiere una cuidada y cualificada formación, de sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, también en este campo. El gran continente digital no es simplemente tecnología, sino que está formado por hombres y mujeres que llevan consigo lo que tienen dentro, sus experiencias, sus sufrimientos, sus anhelos, la búsqueda de la verdad, de la belleza, de la bondad. Es necesario saber indicar y llevar a Cristo, compartiendo estas alegrías y esperanzas, como María que llevó a Cristo al corazón del hombre; es necesario saber entrar en la niebla de la indiferencia sin perderse; es necesario bajar también a la noche más oscura sin verse dominados por la oscuridad y perderse; escuchar las ilusiones de muchos, sin dejarse seducir; acoger las desilusiones, sin caer en la amargura; palpar la desintegración ajena, sin dejarse disolver o descomponer en la propia identidad (cf. Discurso al episcopado de Brasil, 27 julio 2013, 4).Queridos amigos, es importante la atención y la presencia de la Iglesia en el mundo de la comunicación, para dialogar con el hombre de hoy y llevarlo al encuentro con Cristo, siendo conscientes, no obstante, de que nosotros somos medios y que el problema de fondo no es la adquisición de sofisticadas tecnologías, aunque sean necesarias para una presencia actual y significativa. Que nos quede siempre claro que creemos en un Dios apasionado por el hombre, que quiere manifestarse mediante nuestros medios, aunque siempre son pobres, porque es Él quien obra, transforma, salva la vida del hombre.Pidamos al Señor que enardezca nuestro corazón y nos sostenga en la misión fascinante de llevarle al mundo. Me encomiendo a sus oraciones y les imparto de corazón mi Bendición.