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¡Buenos
días!
Se ve que entienden
el italiano
¡Les saludo! Y esto, ¿por qué? Porque si estamos aislados en nosotros mismos, tenemos sólo aquello que tenemos, no podemos crecer culturalmente. En cambio, si vamos a encontrar a otras personas, a otras culturas, otras formas de pensar, otras religiones, salimos de nosotros mismos y comenzamos aquella aventura tan bella que se llama diálogo. El diálogo es muy importante para la propia madurez, porque al confrontarse con otra persona, con otras culturas, también al confrontarse sanamente con las otras religiones uno crece, madura. Es verdad que existe un riesgo: que si uno se cierra al diálogo y se enoja, puede pelear y el peligro es el de pelear. Y eso no está bien, porque nosotros dialogamos para encontrarnos, y no para pelear. Y ¿cuál es la actitud más profunda que debemos tener para dialogar y no pelear? La mansedumbre. La capacidad de encontrar personas, de encontrar culturas en paz. La capacidad de hacer preguntas inteligentes: ¿Por qué piensas que es así? ¿Por qué esta cultura es así?. Hay que escuchar a los otros y después hablar. Primero escuchar, luego hablar. Esto es mansedumbre. Y si tú no piensas como yo pero, sabes, yo pienso diferente, tú a mí no me convences, pero igual somos amigos; he escuchado como piensas y tú has escuchado como pienso. Y ¿saben una cosa?, ¿una cosa importante?, este diálogo es aquel que permite la paz. No puede haber paz sin diálogo. Todas las guerras, todas las luchas, todos los problemas que no se resuelven, que hay y existen es por falta de diálogo. Cuando hay un problema,
diálogo: aquello produce la paz. Y esto es lo que deseo a ustedes
en este viaje de diálogo, que sepan dialogar
Ah,
cómo piensa esta cultura, que bello esto, esto no me gusta,
pero dialogando. Y así se crece. Les deseo esto y un buen viaje
por Roma. Les deseo lo mejor para todos, para su escuela y sus familias:
que Dios les bendiga a todos. Gracias. | |
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